La tristeza de este 17 de octubre bahiense tiene la fisonomía de unos mostachos decimonónicos y una silueta que bien podría haber surgido de un retrato oval en tono sepia.
Este introito hace pálida justicia al estado de ánimo de aquellos que fuimos privilegiados por el destino al darnos la oportunidad de conocer al “Tuerca” Simonetti.
Carlos Antonio -porque así se llamaba- fue un personaje con todas las de la ley. Desde siempre y para siempre.
Lo fue con su local de ropa masculina -Cravatte, se llamaba, allá por los ´70- y en los últimos años como fundador de “El viejo garage” -un espacio donde se podían hallar cajitas, repuestos, revistas, botellas, cuadros, afiches y objetos impensables de los últimos 150 años (o más…).
Dejó su sello en la radio con programas como “Los desconocidos de siempre” -que comenzaba diciendo con su inconfundible voz aquello de “sentado frente a la ría…”-, o como productor de “De la misteriosa Bahía Blanca”.
Fue coordinador del Encuentro Internacional de Ciudades Hermanas” -en la gestión de Jaime Linares- pues había tenido que ver algo, en su momento, con el hermanamiento de Jacksonville y mucho con el de la ciudad de Cali, en Colombia.
Durante este período, también supervisó y administró el “Mercado de la Estación”, espacio destinado a los anticuarios de la ciudad en el apropiado ámbito de la Estación Sud.
Y fundamentalmente fue coleccionista de autos antiguos… actividad, hobby, práctica e inclinación imposible de separar en su silueta.
Se nos ocurre terminar este pretendido tributo con la mismas palabras que Horacio Ferrer dedicó a Aníbal Troilo, porque al “Tuerca” le cabe a la perfección la existencial pregunta:
“Quién repite esta raza, esta raza de uno?”.