El ingeniero Norman Dicek, educador ambiental y vecino comprometido con la realidad de Bahía Blanca, reflexionó sobre la reciente inundación que azotó a la ciudad, analizando tanto las responsabilidades gubernamentales como las conductas ciudadanas que agravan la situación.
“Estoy preocupado y ocupado”, expresó al inicio de la charla con CAFEXMEDIO, subrayando la urgencia de abordar problemáticas ambientales y urbanísticas con responsabilidad y previsión.
Uno de los puntos clave de su análisis fue el entubado del arroyo Napostá, una obra que, según sus palabras, debió contar con un mantenimiento sistemático para evitar obstrucciones y desbordes. “Siempre se comentó que se dejarían bocas de acceso para limpieza periódica, pero nunca vi que eso se hiciera”, señaló, poniendo en duda si los protocolos de mantenimiento se han cumplido en todas las gestiones municipales.
Dicek también hizo hincapié en la importancia de encontrar un equilibrio entre la preservación ecológica y la seguridad de los ciudadanos. “No hay que fanatizarse con ningún tema, sino garantizar la preservación de los recursos naturales sin poner en riesgo la seguridad de las personas”, advirtió. En ese sentido, propuso que las legislaciones y ordenanzas permitan intervenciones equilibradas que protejan tanto el medio ambiente como a la comunidad.
En su diagnóstico sobre la ciudad, lamentó la falta de diálogo en los espacios políticos y sociales: “Nos hemos transformado en una ametralladora en este mundo donde todo el que no piensa como yo es un enemigo”. Consideró que el deterioro del debate público ha llevado a una gestión menos efectiva de los problemas estructurales de Bahía Blanca.
Otra de sus preocupaciones centrales fue la gestión de residuos y el impacto del descuido ciudadano en la vía pública. “No paraban de pasar bolsas de consorcio llenas de basura cuando desbordó el Napostá”, relató, alertando sobre el riesgo sanitario y el problema de las ratas. Para Dicek, la solución comienza con el compromiso de cada vecino en la correcta disposición de los residuos y el respeto por el espacio público.
Finalmente, llamó a un trabajo conjunto entre la ciudadanía y los organismos municipales. “Si dentro de cada cuadra hubiera una persona encargada de educar con humildad a los vecinos, la ciudad empezaría a cambiar”, propuso, destacando que las pequeñas acciones comunitarias pueden generar grandes transformaciones.
Con una visión crítica pero constructiva, Norman Dicek dejó en claro que el cambio es posible si se actúa con conciencia, planificación y diálogo. “Antes de hacer grandes intervenciones y grandes obras, veamos si las podemos sostener y si van a quedar mejor que lo que ya tenemos”, concluyó, dejando abierta la reflexión sobre el futuro de Bahía Blanca.
