“La turbulencia de los demagogos derriba los gobiernos democráticos” (Aristóteles)
Giuliano da Empoli quien nació en París en 1973, dirige el laboratorio de ideas Volta en Milán y fue vice alcalde de Cultura en Florencia y luego asesor del premier italiano Matteo Renzi, ha publicado el ensayo titulado “Los ingenieros del caos”. En simultáneo, periodistas y analistas locales, comenzaron a utilizar el título del referido ensayo aplicándolo a la oposición de nuestro sistema político lo cual revela, lamentablemente, dos opciones: o que no leyeron la obra o que si lo hicieron, no entendieron a quiénes se refiere el autor en su texto. Basta leer el índice del mismo para advertir sin temor a equivocación, que alude exclusivamente a los sectores políticos de la derecha o ultraderecha europea y norteamericana y no a los movimientos progresistas de nuestra política como lo son el pero-kirchnerismo, la izquierda vernácula y sus eventuales socios electorales, que si bien aprovechan las consecuencias de quiénes causan el citado caos, no son los que lo generan. Por ello, resulta esclarecedor analizar los destinatarios del ensayo de da Empoli.
1° Los ejemplos sobre los cuales realiza su análisis se centran principalmente en los casos de Italia, Hungría y los EE.UU, sin perjuicio de otras citas en torno al Reino Unido o Brasil, destacando el énfasis que pone en la importancia de los nuevos medios digitales de comunicación y su influencia en los electorados. Centrando el estudio en el caso italiano, recuerda el origen del Movimiento 5 Estrellas fundado por dos personas: por un lado, Beppe Grillo, un comediante de salas urdergound quien alcanzó los más altos niveles de popularidad televisiva y llenó teatros en toda Italia “con espectáculos en solitario repletos de paradojas, provocaciones e insultos”. Y por el otro, Gianroberto Casaleggio, experto en marketing digital, quien se presentaba como “un John Lennon postmoderno, con un cabello liso que caía sobre un rostro austero y con gafas” y una de cuyas máximas era: “La política no me interesa, lo que me interesa es la opinión pública”. Y en 2005 este último lanzó un blog respecto a cuya influencia un ex colaborador señaló que a diferencia de lo que ocurría en los partidos políticos tradicionales, en el Movimiento 5 Estrellas “para hacer política, no había que registrarse en un partido y esperar durante años a los resultados, sino que se podía hacer política en cualquier momento de la jornada, gracias a la publicación de comentarios en la bitácora y a la divulgación de entradas, Y uno podía sentirse partícipe desde el principio”.
Y así fue que con el correr del tiempo, dos periodistas del “Corriere della Sera” publicaran un libro, “La casta” que con una venta de un millón de ejemplares, se convertiría en una expresión del pueblo contra las élites gobernantes, descubriendo los privilegios de la política, desde el último de los concejales municipales hasta el propio presidente de la República. Ello motivó a Casaleggio a “sacar de la dimensión virtual la cólera acumulada por los discípulos de Grillo para darle una salida física, a pie de calle”. Fue allí cuando Grillo convocó a una gran manifestación popular el 8 de septiembre de 2007, anunciando que vendría “el Día de Vaffanculo” y bajo esa consigna las plazas de toda Italia se llenaron de personas que firmaron la iniciativa “Parlamento limpio” . Se trataba de un movimiento que no era un partido ni una asociación sino simplemente un blog y una dirección de correo electrónico, que el propio Grillo definía como “una no asociación” regida por un “no estatuto” que en su artículo 1° establecía que “El Movimiento 5 Estrellas representa una plataforma y un medio de confrontación y de consulta que tiene su origen y establece su epicentro en el blog wwwbeppegrillo.it” Sin embargo, los partidarios de este Movimiento que osaran desviarse de sus postulados, serían eliminados, para lo cual, “bastaba hacer un clic para que los traidores pudieran ser excluidos del blog”.
Así las cosas, en las elecciones de 2013, el Movimiento 5 Estrellas, con poco menos de 9 millones de votos y el 25% de los sufragios se convirtió en el partido más votado de Italia, bajo la premisa de “nunca comprometer su integridad, nunca conformar alianzas para acceder al gobierno” dado que el objetivo seguía siendo “socavar los fundamentos de la democracia representativa desde el interior en nombre de la democracia directa”. Para ello, los 163 parlamentarios electos “están ahí en nombre del Movimiento, no deben hacer política, son solo el instrumento de un programa y deben respetar las reglas a las que se han adherido. Así de simple”. Ello suponía todo tipo de humillaciones y controles, como entregar sus contraseñas personales para acceder a las redes sociales para así tener el control absoluto de su experiencia digital.
En paralelo Beppe Grillo atacaba a las instituciones democráticas, en particular al Parlamento al que calificaba como “larva vacía” o “lata de atún por abrir”. Es que ya, 3 años antes, frente a la Cámara de Diputados, los partidarios del Movimiento se habían reunido para exigir el abandono de sus bancas a todos aquellos “que se han atrincherado en el interior del palacio. Aferrados como mejillones a sus privilegios. No merecen siquiera que les tiren pequeñas monedas, ello sería demasiado honor para ellos. Solo merecen mejillones sin concha, cada uno rebautizado en honor a un parlamentario. Pueden entregarse en la calle a cada diputado o librarse en las escaleras del Parlamento en calidad de invitación a largarse”. Y luego agregaba: “El Parlamento podría clausurarse mañana, nadie se daría cuenta. Es un simulacro, un mausoleo dedicado a los muertos, la tumba maloliente de la Segunda República”.
Por otra parte, el blog del Movimiento dedicada una sección al “periodista del día”, generalmente reporteros que hubieran criticado alguna medida del citado espacio, señalándolos como ejemplos de mala fe y corrupción de los medios italianos, convirtiéndolos en objeto de insultos y amenazas en las redes. Ello generó que en 2015, la Federación Internacional de Periodistas señalara que “El nivel de violencia contra los periodistas (intimidación verbal y física, provocaciones y amenazas) es alarmante, especialmente cuando políticos como Beppo Grillo no dudan en divulgar los nombres de los periodistas que no son de su agrado”.
2° No obstante, el capítulo “Trol Supremo” está dedicado al análisis de la gestión de Donald Trump en los EE.UU quien -según señala- en el año 2008, era una de las figuras más populares entre los afroamericanos y los latinos, a través del programa “The Apprentice” (“El Aprendiz”) en el cual se interpretaba a sí mismo y apelaba especialmente a las minorías merced a la intervención de jóvenes de diversos orígenes étnicos que competían para hacer realidad el sueño americano. Y así, en el comienzo de cada episodio, antes de subir a un helicóptero con su nombre en el fuselaje, se dirigía a la cámara expresando: “He dominado el arte de los negocios y convertido el nombre de Trump en una marca de la más alta calidad. Como maestro, quiero transmitir mis conocimientos a otra persona. Estoy buscando…al Aprendiz”. Pero a partir de 2010, Trump adoptó una teoría conspirativa de la derecha alternativa, cuyo centro era Barack Obama quien -según afirmaba- no habría nacido en los EE.UU y por ende, no habría tenido el derecho a ser electo presidente. Cuando la Casa Blanca publicó finalmente el certificado de nacimiento de Obama, Trump no retrocedió sino que ofreció cinco millones de dólares a quien le proporcionara la copia original de la solicitud de inscripción universitaria del nombrado, encubriendo con todo este accionar la cuestión de la legitimidad de un negro para ocupar la Casa Blanca, al tiempo que promocionaba una vasta “conspiración de poderes más o menos ocultos y élites globales capaces de falsificar la realidad para lograr sus propios objetivos contra los intereses del buen pueblo estadounidense”. Y si bien poco después el propio Trump admitió la falacia de negar que Obama hubiera nacido fuera de los EE.UU ello no fue un punto débil en su campaña sino que sostener noticias falsas fue uno de sus principales activos de su candidatura.
En ese momento, el autor destaca que partiendo del desarrollo de los video-juegos, especialmente del “Gamergate” hacen su aparición algunos personajes de la derecha que procurarán volcar a la gran masa de los “jugones” (jugadores de video-juegos) a entrar en la política, tal como lo señalaba uno de ellos al sostener que “Tienes que movilizar a este ejército. Los podemos atraer con el señuelo de Gamergate u otra cosa, y luego los convertimos a la política de Trump”, logrando así la aparición de un fuerte movimiento de troles lo cual era “una forma de periodismo hecho por alguien que no está sentado en una redacción” y que ellos eran “las únicas personas que todavía dicen la verdad, como los bufones de la Edad Media”. Y precisamente -según da Empoli- el propio Trump ya se había convertido en un trol, a partir de la falacia en torno al lugar de nacimiento de Obama a lo que agregaría otros dos episodios: por una parte, en sus discursos de campaña tuvo una referencia sobre los inmigrantes mexicanos a quienes definió como “violadores”; y por otra, criticó ferozmente al senador republicano John McCain, respetado por todo el espectro político estadounidense, al decir: “no es un héroe de guerra. Porque fue apresado. Yo prefiero a la gente que no se deja capturar”. Ello le valió un generalizado repudio, encabezado por el líder de ese partido para quien “No hay un lugar en nuestro partido ni en nuestro país para comentarios que ofendan a quienes lo han servido con honor”. Sin embargo, en lugar de disculparse, Trump negó haber dicho que el senador no hubiera sido un héroe, provocando el estupor de la prensa ante la evidencia de sus anteriores dichos grabados y reproducidos en videos televisivos. Y así comenzaron los insultos sexistas contra una periodista de televisión; la imitación de un reportero discapacitado que lo había criticado; los apodos infantiles hacia otros candidatos republicanos, como por ejemplo, Marco Rubio -hoy funcionario clave de su gobierno- a quien apodaba “Little Marco”. Es que como afirma el autor hacer campaña contra Trump “implicaba ser teletransportado al patio de una escuela, donde el matón de la clase es medio analfabeto, pero también -vaya usted a saber por qué- realmente eficaz a la hora de ridiculizar a la maestra y a los empollones cuatro ojos”.
Como síntesis de la gestión de Trump, da Empoli destaca que su auténtico mérito “consistía, en el fondo, haber comprendido que la campaña electoral se jugaba en un formato de televisión basura, producido por diletantes y con un protagonismo a cargo de figuras tristes y sin vida, que probablemente no habrían superado la audición para participar en la ‘Rueda de la Fortuna´” De tal forma y “por medio de la crudeza de su lenguaje soez y sus provocaciones, a través de sus discursos improvisados y tuits, a través de sus chistes insultantes y su fanfarroneo ingenuo, Trump expresaba una autenticidad que lo diferenciaba de los políticos profesionales sobre los cuales todo parecía resbalar con la misma indiferencia inalterable. Donald estaba un poco desquiciado, pero era una personalidad real , y no el ensamble artificial fruto de los consejos de expertos en relaciones públicas. Decía las cosas tal y como eran”.
El ensayo dedica otros capítulos a describir los casos de Viktor Orban en Hungría; Boris Johnson en Inglaterra; el Brasil de Jair Bolsonaro o los Chalecos Amarillos en París, entre otros ejemplos de movimientos de derecha o de extrema derecha, y que según el autor son a quienes califica como “Los ingenieros del caos” en el marco de un mundo de por sí caótico al que todavía cabe aplica la máxima de Henri Bergson, citada por da Empoli: “De diez errores políticos, nueve consisten simplemente en seguir creyendo verdadero lo que ha dejado de serlo. Pero el décimo, que podría ser el más grave, consiste en dejar de creer en lo que sigue siendo cierto”. Por ello y al cabo de este breve análisis del ensayo, reitero lo expresado al principio de la nota: “Los ingenieros del caos” en nuestro país de manera alguna están representados en partidos o alianzas como el pero-kirchnerismo; algún sector del radicalismo; la izquierda vernácula en todas sus variantes o los aliados naturales de estas expresiones políticas, tal como vienen sosteniendo erróneamente algunos medios de comunicación y para cuyo esclarecimiento basta simplemente leer el referido ensayo. Como diría Karina (Jelinek) dejo a tu criterio identificar a qué movimiento cabría aplicar los ejemplos mundiales analizados, para poder así calificarlo como “Los ingenieros del caos” en la Argentina. “El que quiera entender que entienda” (Mt. 13, 9).
