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El boxeo de luto: Falleció el púgil pringlense Alan Velázquez

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El deporte de los puños argentino y patagónico en particular, está de duelo: falleció en un accidente automovilístico Alan “Pili” Velázquez, joven pugilista nacido en Coronel Pringles y radicado en Puerto San Julián, Santa Cruz. Tenía 29 años, una carrera internacional a pulmón y el orgullo intacto de representar a su tierra en cada rincón del mundo.

Hijo del exboxeador Oscar “Popeye” Gómez, Velázquez vivió desde bebé en el barrio 50 de San Julián. Alternó su pasión por el ring con el trabajo en la mina, y aún así logró una carrera profesional que incluyó presentaciones en Suiza, Francia, España, Ucrania y Gran Bretaña.

Su estilo frontal, su humildad y su espíritu incansable lo convirtieron en un referente para muchos, más allá de su récord estadístico (4 victorias, 21 derrotas y 1 empate). Su última pelea fue el 6 de diciembre de 2024 en Liverpool, donde cayó por puntos ante el local James Metcalfe.

“No tengo una pelea favorita. Disfruté de todas, y siempre creí que la mejor sería la próxima”, solía decir Alan, con la misma fe con la que enfrentaba a cada rival.

En su carrera también dejó huella en Comodoro Rivadavia, donde enfrentó a José Vargas, y en otros escenarios del país. Se formó en Junín con Mario Arano, debutó profesionalmente en Santa Rosa, La Pampa, y nunca dejó de entrenar, aun con el desgaste físico que implica trabajar bajo tierra.

Padre, luchador y soñador
Alan acababa de comenzar una nueva etapa como padre. El 8 de mayo había nacido su hijo Ander, fruto de su relación con Florencia Vargas Schneider. Su entorno aún no encuentra consuelo ante la noticia de su partida, ocurrida cuando parecía asomar una nueva vida.

El sitio Piñas del Sur, que siguió de cerca su trayectoria, lo describió como un “rival difícil, tenaz, sin especulación, con un corazón enorme y una dignidad inquebrantable”. Y no fue el único en recordarlo con admiración.

“Los guerreros nunca mueren. Solo nacen para ser recordados en otros planos”, escribieron allegados del entorno boxístico.

Velázquez admiraba a Pacquiao, el Chino Maidana y Lucas Matthysse. Como ellos, salió a pelear lejos, sin red, con una confianza descomunal. Su historia no se mide en títulos, sino en coraje.

Hoy, la Patagonia, Coronel Pringles y todo el mundo del boxeo despiden a uno de los suyos. A un peleador noble, de esos que pelean la vida dentro y fuera del ring. (ElOrden)