A tres meses de la catástrofe climática, y mientras el Congreso debate el veto presidencial a la ley de emergencia económica para Bahía Blanca, empresarios de la región mostraron señales de resiliencia gracias a la ayuda oficial, el respaldo crediticio y el empuje propio de sus protagonistas.
En medio del contrapunto político que enfrenta al Poder Legislativo con el gobierno de Javier Milei por el veto a la ley que declaraba la emergencia económica, productiva, social y fiscal para Bahía Blanca, el sector expendedor local aportó matices que muchas veces quedan fuera de escena.
En ese marco, Leonardo Parigiani, empresario del rubro de Estaciones de Servicio en nuestra ciudad, en diálogo con surtidores.com.ar trazó un balance de lo ocurrido tras la trágica tormenta de diciembre pasado.
La mayoría pudo reactivarse rápidamente, incluso aquellas que tuvieron 1,50 metros de agua, pero advierten que los problemas se verán en las próximas semanas.
“Lo que sí hubo fue ayuda concreta del Gobierno, antes incluso de que se votara la ley, a través de un crédito a una tasa muy accesible, con varios meses de gracia, que nosotros y muchas empresas accedimos. Cuando ahora se veta, en realidad lo que se discute es duplicar una asistencia que ya se había otorgado”, comentó el expendedor.
Según su testimonio, en los días posteriores a la catástrofe, el Estado nacional actuó con velocidad a través de distintos organismos. “Vialidad, el Ejército, hospitales de campaña, escuelas móviles, puentes provisorios… hubo una presencia fuerte. Fueron días caóticos, pero la realidad es que hoy en día está bastante acomodado todo”, evaluó.
En lo que respecta al sector estacionero, la situación fue particularmente crítica. El ingreso de agua en los tanques fue uno de los problemas más graves, afectando tanto a la calidad de los combustibles como a la operatividad misma de las bocas de expendio.
“A algunos les entraron 3.000 litros de agua, y a otros hasta 30.000. Las petroleras estuvieron muy presentes, mandaron laboratorios móviles que analizaban si el producto era apto. Eso fue fundamental para poder volver a funcionar con normalidad”, destacó Parigiani.
Tras la tragedia climática que llenó de tristeza a todo el pueblo de Bahía Blanca, los estacioneros activaron sus herramientas logísticas para colaborar en acciones solidarias.
No obstante, también señaló aspectos pendientes: “Lo único que no está resuelto, y es lo más preocupante, es que no se han hecho obras de fondo. Cuando llueve, la gente sigue con miedo, porque los canales están igual que antes o peor. Solo se limpió uno, y nada más. Falta una planificación más estructural”.
A la salida de esta crisis, el sector de venta minorista de combustibles aparece como una conjunción de esfuerzos: la asistencia del Estado, los instrumentos de financiamiento y, sobre todo, la resiliencia de los propios empresarios y trabajadores. “Nos costó, pero salimos adelante. Hoy podemos decir que estamos operando con normalidad”, concluyó el referente.
