El Intendente Municipal encabezó esta tarde un acto oficial con motivo de un nuevo aniversario del fallecimiento del General José de San Martín.
La ceremonia, realizada este durante esta tarde, contó con la participación de referentes de la Asociación Cultural Sanmartiniana, autoridades del Ejército y vecinos de la comunidad, quienes acompañaron el homenaje.
Discurso completo del Intendente:
Muy buenas tardes a todos y todas.
Quiero comenzar saludando con agradecimiento y respeto a las autoridades politicas y militares presentes, a los representantes de las fuerzas de seguridad y de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. A las autoridades judiciales, educativas y gremiales que hoy nos acompañan.
A los representantes de instituciones de nuestra ciudad, y especialmente, a cada una y cada uno de nuestros vecinos y vecinas de Bahía Blanca que se convocaron hoy aquí para homenajear al padre de Patria.
Cuando evocamos la figura inmensa del General José de San Martín, no sólo recordamos al estratega genial que condujo a su ejército a la victoria para liberar a nuestra Patria y a Sudamérica toda.
Recordamos, sobre todo, al hombre íntegro que siempre supo enseñar con el ejemplo.
En Mendoza, al organizar el Ejército de los Andes, San Martín no pidió a sus soldados sacrificios que él mismo no estuviera dispuesto a asumir. Vivía con austeridad, redujo al mínimo sus gastos personales y donó parte de su sueldo para que a sus hombres no les faltara lo esencial. Esa coherencia fue la base de su autoridad: liderar no era mandar desde arriba, sino acompañar desde el ejemplo.
En el cruce de los Andes, cuando el frío y la altura parecían invencibles, cedía su caballo a un soldado exhausto y compartía su ración con los enfermos.
También fue pionero en la defensa de la dignidad humana: en el reglamento de Cuyo prohibió los castigos desmedidos, recordando que todos eran iguales en la causa de la libertad. San Martín no sólo soñó una patria independiente, soñó también una patria justa, donde la dignidad y la particularidad de cada persona fuese respetada.
San Martín también nos legó otra virtud esencial: su visión estratégica. Él comprendió que la libertad de nuestra Patria no podía asegurarse sin pensar en toda América, y por eso planificó con grandeza y paciencia una gesta simultánea que trascendía a las fronteras. Esa mirada hacia adelante debe inspirarnos hoy en Bahía Blanca.
Tenemos la responsabilidad de proyectar las obras públicas necesarias para garantizar un futuro mejor, pero al mismo tiempo de no desatender las urgencias que la catástrofe nos dejó, acompañando con cercanía y sensibilidad a cada vecino que todavía sufre las consecuencias.
Porque el verdadero liderazgo no es elegir entre el presente y el futuro, sino sostener ambos con la misma determinación y con la misma esperanza.
El legado sanmartiniano no pertenece sólo a la historia: yo siento que hoy vive en los vecinos y vecinas de nuestra ciudad.
El 7 de marzo, cuando la inundación golpeó a Bahía Blanca, vi en nuestra gente la misma fuerza que San Martín transmitía a sus tropas.
Vimos austeridad y esfuerzo silencioso en quienes, sin pensar en sí mismos, ayudaron primero al prójimo.
Vimos empatía y cuidado en cada vecino que abrió su casa, en cada voluntario que compartió lo poco que tenía, en cada gesto solidario que sostuvo la esperanza. Vimos respeto y unidad en la certeza de que nadie quedaría solo en medio del dolor.
San Martín nos enseñó que la grandeza se construye con sacrificio, humanidad y justicia.
Hoy, Bahía Blanca demuestra que esos valores siguen vivos, que la resiliencia de su pueblo es el mejor homenaje que podemos rendirles a nuestro prócer, y a nuestros muertos.
Porque así como San Martín nos enseñó que ninguna cordillera es demasiado alta cuando se escala con fe y con unidad, hoy Bahía Blanca nos demuestra que ninguna adversidad es demasiado grande cuando se enfrenta con unidad, solidaridad y coraje.
Vecinas y vecinos: el dolor de lo vivido el 7 de marzo quedará para siempre en nuestra memoria, pero también en nuestra historia de superación.
Supimos levantarnos juntos y volveremos a hacerlo todas las veces que sea necesario. Hoy estamos llamados no sólo a reconstruir lo que el agua dañó, sino también a construir una ciudad más fuerte, más justa y más humana.
Sigamos adelante con la convicción de que nuestro futuro será mejor, porque está en manos de una comunidad que, como los soldados del Libertador, nunca se rinde.
Que Dios y Nuestra Señora de la Merced nos protejan a todos, y que el ejemplo de San Martín siga iluminando nuestro camino como Nación y como comunidad.
Muchas gracias.
