sáb. 15 de noviembre de 2025
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“El riesgo que no estamos viendo: Un retroceso de 40 años”, por el Dr. Carlos Kohler

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El médico bahiense, especialista en vacunación, reflexionó respecto a la preocupante baja en el sistema de inmunizaciones en nuestro país, y refiere a la falta de conciencia y educación.

A continuación la nota del profesional, dr. Carlos Kohler, autor de la multipremiada página www.vacunación.com.ar

Superada la crisis de la pandemia el sistema de salud debió recomponerse en toda su estructura luego de que fuera sacudido en sus cimientos frente a una situación inédita y que obligó a extremar recursos.

Cuando, en esa revisión, se llegó a las coberturas de vacunación, las cifras emergentes fueron una preocupante señal de alarma. Aunque no fue una sorpresa para los expertos: ya desde la pre-pandemia las coberturas estaban en descenso; durante el 2020 las inmunizaciones (salvo las anti-COVID19) pasaron a un segundo plano, contribuyendo a acentuar esa caída como resultado del aislamiento social y el temor a concurrir a los efectores de salud. Durante los años posteriores hubo altibajos pero la tendencia descendente fue preponderante.

Cuáles son las causas de esta realidad?
Argentina ha sido históricamente un país pro-vacuna, con coberturas de vacunación que superaron el 90%, lo que nos erigía en un bastión defensivo contra las enfermedades prevenibles por vacunas. ¿Cómo explicar la situación actual luego de esos logros? Antes que nada y como consuelo (si cabe), el descenso de las coberturas de vacunación es actualmente un fenómeno mundial y obedece a una cuestión multifactorial que pasamos a enumerar.

Falta de conciencia o educación: Las personas pueden no estar al tanto de la importancia de la vacunación o pueden tener información errónea sobre las vacunas y sus beneficios. La falta de continuidad en la concientización y educación sobre las inmunizaciones más el efecto distractivo de la pandemia; la baja percepción de riesgo por parte de la población y factores vinculados a la falta de confianza, puede llevar a que las personas se resistan activamente la vacunación. Esta desconfianza es genérica: no sólo en la seguridad de las vacunas sino en los vacunadores, en los médicos que prescriben las vacunas, en las bases científicas que las apoyan y en los tomadores de decisión.

Falta de recordatorios y seguimiento: En muchos casos, las personas pueden olvidarse de programar o recibir vacunas debido a la falta de recordatorios o seguimiento por parte de los proveedores de atención médica, particulares u oficiales, e incluso culpan al sistema por esa falla.

Sistemas de salud deficientes: Los sistemas de salud deficientes, sin infraestructura suficiente, sin capacitación periódica y personal insuficiente, pueden dificultar la prestación oportuna de los servicios de vacunación. Se suman las dificultades logísticas: falta de refrigeración adecuada, dificultades en la distribución de vacunas, tiempo acotado para las aplicaciones, pueden contribuir a las oportunidades perdidas de vacunación.

Acceso limitado a servicios de salud: Las barreras geográficas, económicas o sociales pueden dificultar el acceso de la población a los servicios de salud y a las vacunas. Hecho habitual en comunidades rurales o marginadas, donde se hace visible la falta de instalaciones de atención médica cercanas o accesibles, sumado a recursos financieros limitados para cubrir los costos de las vacunas y su logística.

Desconfianza en las vacunas: La desinformación, las “fake news” o la falta de confianza en las vacunas han logrado que algunas personas elijan no vacunarse o rechacen ciertas vacunas. Los movimientos anti-vacunas y la propagación de teorías de conspiración han contribuido efectivamente a esta desconfianza.

Como factores agregados, el desinterés de muchos sectores que no ven el peligro de la reaparición de graves enfermedades y la preocupación de los eventuales efectos secundarios de las vacunas, el discurso naturista, el rechazo a la obligatoriedad y otros varios.

Impacto negativo de la pandemia: Las razones fueron variadas, ya que aún con los servicios disponibles, la población enfrentó dificultades para acceder a ellos debido a la reticencia o prohibición a salir de casa, interrupciones o restricciones en el transporte, problemas económicos, el miedo a contraer COVID-19. Como agravante se le sumaron las idas y vueltas de los organismos mundiales de control de la salud, que generó un descreimiento en los tomadores de decisión: científicos, profesionales, autoridades y políticos.

Las redes sociales: La penetración de las redes sociales como instrumento de información sesgada, ”fakes”, falsas contraindicaciones, descreimiento y desinformación, fue determinante especialmente durante el encierro de la pandemia. En el manejo de las mismas, la comunidad científica perdió una importante batalla, que deberá recomponerse desde el mismo terreno.

Otras: Dependiendo del ámbito en que nos adentremos pueden citarse otras causales atendibles.

Qué debemos saber sobre la situación actual en Argentina
Las coberturas de vacunación óptimas deben superar el 90% de la población objeto, para poder lograr los objetivos de control y erradicación. La Argentina estuvo en esos niveles siendo el primer país latinoamericano en controlar el sarampión. A continuación, algunos datos actuales según el Ministerio de Salud y UNICEF.

• En 2019 ya la cobertura de la vacuna BCG (antituberculosa) no era óptima: había bajado al 85%. Al año siguiente, pasó al 75% y luego fue descendiendo hasta el 69% del año pasado.
• La vacuna triple viral (sarampión, rubeola y paperas), en 2023, solo llegó al 80% de la población. La cobertura de la segunda dosis solo fue para el 54% de los niños de 5 años que debían recibirla.
• La cobertura de la quíntuple (difteria, tétanos, coqueluche, Hib, hepatitis B) sufrió altibajos: llegaba al 83% en 2019, bajó al 74% en 2020, subió a 81% y 84% en los dos años siguientes, pero volvió a descender dramáticamente el año pasado. Solo el 66% de los niños que debían recibirla accedieron a la dosis.
• En 2020 se registró un descenso promedio de 10 puntos en las coberturas nacionales de vacunación de todas las vacunas respecto al promedio 2015-2019. De esa manera quedaron 160.000 niños sin vacunar contra la polio y las enfermedades que cubre la quíntuple, más 215.000 niños de ingreso escolar. La vacuna contra el VPH (virus del papiloma humano) llamativamente mantuvo su cobertura estable pero aún así 193.000 mujeres y 220.000 varones de 11 años no recibieron su segunda dosis de refuerzo, lejos del 90% necesario para su control.
• A finales de 2023, 112.000 niños de 0 a 5 años no habían recibido ninguna vacuna, y 37.000 tenían su esquema incompleto. El riesgo de brotes por infecciones que previenen esas dosis perdidas está en su nivel más alto en 30 años (OPS).
• En la Argentina, gracias a la vacunación, no se registran casos autóctonos de sarampión desde el año 2000, de rubéola congénita desde 2009, poliomielitis desde 1984, difteria 2006, tétanos neonatal 2007 y se redujo en más del 96% los casos de trasplante hepáticos por el virus de la hepatitis A.

La situación mundial en 2023

• La cobertura mundial de inmunización infantil se estancó, por lo que 2,7 millones de niños adicionales quedaron sin vacunar o subvacunados en comparación con 2019.
• 14,5 millones de niños no recibieron ninguna vacuna. Uno de cada 4, no tiene esquema completo.
• La cobertura de las tres dosis de la vacuna DTP (difteria, tétanos y tos ferina) en 2023 fue del 84%, pero 600 mil niños no recibieron ni una dosis.
• La proporción de niños que recibieron la primera dosis de la vacuna antisarampionosa fue del 83% en 2023, un porcentaje muy inferior al 86% de 2019. Pero sólo el 74% recibió la segunda. Consecuencia: 103 países padecieron brotes de sarampión durante los últimos cinco años. Una vacuna que evitó desde su creación 94 millones de muertes no debería faltar en ningún niño.
• La cobertura vacunal contra la fiebre amarilla en los países amenazados por esta enfermedad es del 50%, muy por debajo del valor recomendado del 80%.
• La disminución de las tasas de vacunación ha generado una dramática caída en la esperanza de vida en América Latina y el Caribe: ésta ha disminuido en 2,9 años desde el inicio de la pandemia, pasando de 75,1 años en 2019 a 72,1 años en 2021.

Índice de Confianza y Acceso a las Vacunas (ICAV) 2022 (Fundación Bunge y Born)

De manera general, este estudio indicó que la confianza de los argentinos en las vacunas fue de 85,9 puntos, un leve aumento respecto de 2021, pero 8,3% por debajo de los niveles de 2019. Las tendencias varían, ya que mientras la confianza aumentó en los grupos de 21 a 40 años, pero disminuyó en los mayores de 65 y jóvenes de 15 a 20 años, dato considerado “preocupante”, porque estos últimos “serán los responsables de vacunar a los futuros niños”.

El estudio también reveló otro dato alarmante: uno de cada seis cuidadores (20%) recibió la recomendación de un profesional de la salud de no vacunar a su menor a cargo.

Conclusiones

Como ya se ha dicho, las vacunas están siendo víctimas de su propio éxito, pero quien va a pagar efectivamente por ello, es la población mundial. Hemos retrocedido en el tiempo unos 50 años y nos encontramos nuevamente ante la real amenaza de la reaparición de enfermedades controladas y erradicadas. Datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) indican que hoy la región de las Américas es la segunda del mundo con la peor cobertura vacunal en la actualidad, cuando en 2010 fue la segunda región con la mayor cantidad de vacunados.

La gran diferencia con la crisis de los ’70 -’80, la hace la existencia de vacunas absolutamente eficaces para evitar este riesgo actual. En aquéllos primeros años las acciones de salud eran mayoritariamente asistenciales y hoy son eficazmente preventivas, siempre y cuando se cumpla en tiempo y forma con los esquemas de vacunación, especialmente en los niños y los grupos de riesgo.

Éste vuelve a ser el gran desafío histórico para recomponer la confianza de la población y volver a aprovechar la eficacia de las vacunas para controlar enfermedades peligrosas y mortales e incluso, por su contagiosidad, potencialmente pandémicas. La década de los ’90 fue la época de oro de las inmunizaciones, con coberturas por encima del 90%. En este año 2024, el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles con vacunas en la región, alcanza su nivel más alto en 30 años.

Hoy, afortunadamente y gracias a los esfuerzos de los programas de vacunación y de quienes han trabajado y trabajan en ellos apasionadamente, tenemos vacunas eficaces, debidamente probadas y que cumplen con todos los requisitos y fases de producción.

Han cumplido en forma certera con su objetivo de prevención y han salvado millones de vidas con el paso de los años. La evidencia científica que las avala no admite discusión: una de las creaciones más poderosas de la ciencia, que hacen que hoy haya más niños que sobreviven y prosperan después de su quinto cumpleaños que en cualquier otro momento de la historia.

En lugar de la coerción y la censura, escojamos ciencia, educación, comunicación, mejor acceso a las vacunaciones y presencia constante de las mismas en el debate social,con el papel fundamental del equipo de salud y los profesionales para recomponer la confianza en ellas.

Se deben volver a realizar los máximos esfuerzos para mejorar y mantener coberturas adecuadas y homogéneas en todo el territorio nacional. Los principales riesgos asociados a la baja de las coberturas son la reemergencia de viejas enfermedades eliminadas en la región (polio, tétanos neonatal, sarampión, síndrome de rubéola congénita) y el aumento de casos de las enfermedades controladas como resultado de la vacunación masiva (hepatitis A, enfermedades invasivas por Hib, tos convulsa, difteria, tétanos).

Propuestas

• Aprovechar cada contacto de los pacientes con el sistema de salud para controlar los esquemas de vacunación e iniciar y completar esquemas focalizando en los menores de 18 meses, al ingreso escolar y a los 11 años, evitando las llamadas oportunidades perdidas de vacunación.
• Coordinar acciones desde los centros de salud con las escuelas o el área de educación correspondiente para facilitar el acceso a las vacunas de los escolares. Aunque no hay que olvidar a los niños no escolarizados: la desigualdad en el acceso a las vacunas por nivel educativo va desde 55,5 puntos para quienes tienen primaria incompleta a 81,3 en las personas con posgrados o más.

Nota: En Bahía Blanca, durante mi gestión en el Área de Inmunizaciones, creamos la Comisión Salud-Educación, con el Consejo Escolar, con reuniones periódicas para encarar estrategias conjuntas y el diseño de un manual para las maestras para el manejo de las enfermedades infecto-contagiosas. Además se implementaron estrategias inéditas con amplia participación comunitaria, apoyadas permanentemente por los medios de difusión, creando una amplia conciencia positiva hacia las inmunizaciones. La ciudad mantuvo coberturas óptimas por más de 10 años.

• Hoy existe el registro nacional digital de la aplicación de vacunas en forma nominal, lo que permitiría contactar a las personas que no han completado sus esquemas, citándolos o visitándolos a domicilio (en Bahía se llamaron “vacunadores itinerantes”)
• Recuperar y promover acciones de capacitación periódica para profesionales y vacunadores teniendo en cuenta la complejidad del programa y la actualización de los cambios en el calendario de vacunación.
• Difusión nivelada, para los profesionales de la salud y la comunidad (padres, pacientes, maestros y otros actores sociales) en forma sistemática, utilizando todas las herramientas digitales y mediáticas disponibles (comunicadores), con información clara, oportuna y adecuada. Difundir además, el avance histórico logrado por las vacunas y visibilizar las enfermedades que han sido erradicadas y controladas graficando las complicaciones, secuelas y consecuencias de las mismas, ya que comienzan a ser desconocidas para el grueso de la población joven, generando indirectamente un descreimiento de las vacunas.
• Promover herramientas para facilitar la indicación del recupero de esquemas (juegos, aplicaciones, folletos, guías, concursos) y actuar en forma constante en todos los ámbitos posibles para reincorporar el debate en la sociedad.

Dr. Carlos A. Kohler (MP: 0902)