En un contexto donde la tecnología avanza vertiginosamente y se ha convertido en parte integral de la vida cotidiana, el grooming —un delito que consiste en el acoso digital de adultos hacia menores con fines de abuso sexual— representa un desafío creciente para las familias y la sociedad. Vanessa Troncoso, coordinadora de la ONG Centro La Misión e integrante del Consejo Local de Niñez y Adolescencia, abordó esta problemática en CAFEXMEDIO, destacando la importancia del diálogo, la empatía y la educación en el entorno familiar.
La tecnología como aliada y riesgo
“La digitalidad vino para quedarse”, afirmó Troncoso, enfatizando que demonizar las redes sociales no es una solución efectiva. Por el contrario, instó a las familias a informarse sobre los riesgos asociados y a utilizar la tecnología como herramienta para educar y prevenir. Tras la pandemia, la conectividad obligatoria desde edades tempranas incrementó tanto el acceso de los niños al mundo digital como su exposición a riesgos.
La clave: acompañar sin marginar
Una de las principales preocupaciones de los padres es cómo permitir que sus hijos participen en las redes sociales sin aislarlos ni exponerlos a peligros. Troncoso recomendó no caer en el control rígido ni en la prohibición, sino fomentar una relación de confianza que permita a los niños y adolescentes compartir sus experiencias digitales.
“Los chicos muchas veces saben más sobre tecnología que nosotros, pero necesitan de nuestra guía para discernir riesgos”, destacó. Esto incluye enseñarles a no compartir información personal, identificar comportamientos sospechosos y comprender que ellos no son responsables de los peligros a los que puedan enfrentarse en línea.
El grooming y cómo detectarlo
El grooming, según Troncoso, comienza cuando un adulto establece un vínculo de confianza con un menor para manipularlo y obtener material de índole sexual. Este delito no requiere un encuentro físico para considerarse tal; basta con las conversaciones o solicitudes indebidas.
Ante posibles indicios, como relaciones virtuales con desconocidos, la experta aconsejó indagar desde la empatía: “No se trata de culpar al niño o niña, sino de acompañarlos para identificar quién está del otro lado y tomar medidas”.
El papel de los adultos: entre el diálogo y la vigilancia responsable
En los entornos digitales, como redes sociales, videojuegos en línea o comunidades en WhatsApp, los menores son particularmente vulnerables. Troncoso subrayó la necesidad de que los padres conozcan estos espacios y mantengan un diálogo abierto sobre los contactos e interacciones de sus hijos.
“No se trata de ejercer un control policial, sino de vincularnos, escuchar y comprender las etapas propias de la adolescencia, como la exploración sexual, para acompañarlos sin juzgarlos”, explicó.
Un llamado a la acción
La conversación con Vanessa Troncoso dejó en claro que la protección de niños y adolescentes frente al grooming y otros riesgos digitales requiere un esfuerzo conjunto entre las familias, las instituciones y la sociedad. A través del diálogo, la educación y el acompañamiento, es posible construir un entorno seguro donde los más jóvenes puedan desenvolverse en el mundo digital sin poner en riesgo su integridad.
Para Troncoso, la solución no radica en temer a la tecnología, sino en aprender a convivir con ella de manera informada y crítica: “La capacidad de escuchar, discernir y empatizar desde el rol adulto es fundamental para guiar a nuestros niños y niñas en este nuevo mundo”.