En un contexto político nacional convulsionado, tras la confirmación de la condena a Cristina Fernández de Kirchner por parte de la Corte Suprema, el exintendente de Bahía Blanca y exsenador nacional compartió en CAFEXMEDIO una reflexión extensa y crítica sobre la situación institucional del país, la justicia, los liderazgos políticos y el rol de la sociedad.
Aunque aclaró estar alejado de la militancia activa —“hace muchos años ya que no participo de ningún grupo ni integro ningún tipo de partido”—, Linares no escatimó en análisis. Consideró positivo que la Corte haya emitido su fallo en tiempo y forma, aunque advirtió que eso no alcanza: “Esto no significa más que un buen síntoma, porque la institucionalidad argentina está muy frágil”.
Recordó que durante su etapa como senador presentó un pedido de expulsión contra Carlos Menem por inhabilidad moral, en un contexto similar al de Cristina Kirchner: “Había dos sentencias. Pero no se lo expulsó porque la Corte no se había expedido. Ese antecedente muestra cómo la política tiende a postergar decisiones incómodas”.
También se mostró crítico con la manipulación de ciertas fechas clave: “La ley de ficha limpia no salió porque hubo presión del Ejecutivo a senadores aliados. El Gobierno necesita a Cristina como figura centralizadora de la oposición. Ahora que ya no está en ese lugar, no sé con quién van a confrontar, ¿con un holograma?”.
Linares cree que esta coyuntura puede abrir espacio a una “franja del medio” que recupere protagonismo. “Es una oportunidad para que surja una asociación con similitudes de objetivos entre sectores del radicalismo, del PRO, del peronismo más institucionalista. Una chance de recuperar una república más normal”.
No obstante, fue tajante respecto a los problemas estructurales del Poder Judicial: “Los que juzgan son los de abajo, y ahí todavía hay muchas dudas. Hay una lista interminable de jueces como Bailaque, que renuncian para cobrar la jubilación antes de ser procesados. Eso también hay que cambiarlo”.
Hacia el final, Linares hizo foco en la dimensión ética del problema: “No lo veo ni en las nuevas camadas políticas, ni en la sociedad inclusive. En los lenguajes, en la falta de respeto en el trato, en la nula búsqueda de consensos”.
Y citando a André Malraux, concluyó con una sentencia tan cruda como reveladora: “Las sociedades tienen los dirigentes que se les parecen. Entonces, si tenemos dirigentes en esta condición no recuperable en muchos casos, es porque la sociedad tiene un problema de base que debe corregir”.
Una frase que no solo interpela a la clase dirigente, sino también a la ciudadanía toda.
