jue. 11 de diciembre de 2025
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La mamá de las nenas fallecidas en la inundación no logra hacer su duelo por la insensibilidad e inoperancia de funcionarios

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“Quiero que reconozcan a Rubén… Le costó la vida a él y a mis hijas”: el ruego de la mamá de Delfina y Pilar Hecker, fue escuchado en reiteradas oportunidades por más de un funcionario. Le prometieron hacerlo, pero la mujer aún sigue esperando. Se pelean para discutir cargos, pero dejan de lado el dolor de los vecinos…

El pedido de Marina Haag vuelve a poner palabras donde el dolor deja huecos: reclama que Rubén Zalazar, el hombre que dio su vida intentando salvar a sus hijas durante la inundación de Bahía Blanca, sea reconocido como héroe. Nueve meses después, su nombre sigue esperando justicia y memoria.

Hay historias que duelen incluso antes de empezar a contarse. Historias que uno desearía no escribir nunca. Pero a veces la palabra es el único modo de que un nombre no se pierda, de que un gesto no quede en el silencio.

Marina Haag, la mamá de Delfina y Pilar Hecker hizo en las últimas horas un llamado urgente, casi un ruego, desde un lugar donde no hay fuerzas que alcancen. Y escribió: “Rubén Zalazar debe ser reconocido en Bahía Blanca… Estoy cansada, pero no voy a parar hasta que se haga el reconocimiento de Rubén como un héroe”.

Lo dijo ella, con esa lucidez que a veces tienen los que atraviesan la noche más profunda. Rubén Zalazar fue una de las 18 víctimas fatales de la inundación que golpeó a Bahía Blanca el 7 de marzo. Su historia no se cuenta en pasado porque todavía late en quienes lo conocieron, y en quienes no lo conocieron pero supieron de su gesto. Un gesto simple y enorme: “sin conocernos quiso ayudarnos”, escribió Marina.

Ese día, la corriente arrastraba todo. No había tiempo para pensar. No había manera de prever lo que venía. Rubén intentó resguardar a la familia en su combi. Quedaron allí él, Marina con su beba Delfina en brazos y Pilar, de cinco años. En segundos —solo segundos— una correntada la separó de su bebé. Y el agua, implacable, arrancó a Delfina de sus brazos.

Marina lo resume en una frase que estremece: “Nos ganó el agua. Le costó la vida a él y a mis hijas”. Han pasado nueve meses desde aquel día. Nueve meses en los que ella insiste —con la persistencia de quien ya no tiene nada que perder— en que Rubén Zalazar debe ser reconocido como héroe. No por un formalismo. No por un acto institucional. Sino porque dos hijos se quedaron sin su padre, y porque ese padre murió intentando salvar a dos niñas que no eran las suyas.

Mientras tanto, la ciudad sigue procesando el dolor. Porque el domingo 12 de mayo se confirmó lo que nadie quería escuchar: los restos hallados en el arroyo Napostá pertenecían a Delfina, la beba de un año arrastrada por la corriente. Un mes antes, habían encontrado sin vida a Pilar, la niña “arcoíris”, la que había llegado después de la pérdida de otras dos hijas. La que traía luz. La que volvía a iluminar un hogar golpeado demasiadas veces.

Marina insiste. Es su forma de sostener algo en este mundo que se le desmoronó. “Nueve meses de esta desgracia… A quien corresponda sabe que hace meses vengo pidiendo que Rubén sea reconocido como héroe en Bahía Blanca”.

Tal vez este pedido —escrito con manos temblorosas, seguramente con insomnio— sea también un acto de amor. El intento de que la muerte no borre lo que la vida ofreció en sus últimos segundos: la humanidad absoluta de un hombre que dio todo.

Y que Bahía Blanca, algún día pronto, pueda darle el reconocimiento que Marina pide… y que él merece. siempre y cuando los funcionrios que prometieron finalmente cumplan y, aunque sea por un momento, dejen de lado su inoperancia, desidia e ignorancia, para darle acción a este desesperado pedido de una madre que necesita hacer su duelo… (CAFEXMEDIO/Facebook/Parati)