Conversamos con la psicóloga María Fuhr en CAFEXMEDIO, para abordar el fenómeno social que generó la serie “Adolescencia”, que se convirtió en un disparador de muchas preguntas actuales sobre los chicos.
“La serie tiene varias aristas, pero condensa muy bien lo que atraviesan muchos padres en la crianza. Instala preguntas necesarias: ¿cómo puede un chico de 13 años tener impulsos tan oscuros? ¿Cómo nadie lo vio venir? ¿Qué efecto tienen las redes sociales en esa construcción psíquica?”, introduce Fuhr.
La profesional destaca que la serie —que presenta el caso de un adolescente que comete un homicidio— interpela a todos los adultos: padres, docentes, instituciones. “No hay una única causa, pero sí señales. Y muchas veces, el entorno no las ve o no quiere verlas”, advierte.
Uno de los ejes más profundos de la entrevista giró en torno al rol de los padres. Para Ful, la adolescencia no es momento de soltar del todo, aunque tampoco de invadir: “A los 13 años, el hijo ya no es un niño, pero tampoco un adulto. Y en esa bisagra es cuando más necesita de una presencia firme y atenta. No se puede estar ajeno a lo que hace, con quién se junta, si duerme bien, si tiene amigos, si está triste”.
La psicóloga propone un concepto clave: la figura del “padre satélite”. “No hace falta saberlo todo, pero sí lo importante. Hay que bancarse que haya cosas que el adolescente no cuente, pero eso no implica desentenderse. Se puede observar sin invadir. Y hay que poner límites, incluso cuando eso moleste”.
También señaló que muchos adultos hoy están desorientados frente al rol que deben ocupar: “Venimos retrocediendo en ese sentido. Muchos padres no saben si retar o no, si decir que no o ser permisivos para evitar conflictos. Pero un adolescente no puede hacer lo que quiera solo porque es adolescente. Detrás de la rebeldía, a veces, hay diagnósticos más profundos que debutan en esa etapa”.
En la serie, la figura de la escuela aparece desdibujada, sin autoridad ni contención. Ful coincide con esa lectura: “La escuela, como otras instituciones sociales, ha sido golpeada. Pero también porque los adultos no la respaldan. Se ha perdido esa alianza necesaria entre padres y docentes. Y sin adultos presentes, los chicos quedan solos en el mundo”.
Por último, dejó una reflexión sobre el aprendizaje que deja la serie: “Adolescencia” no sólo habla del efecto de las redes, sino de la necesidad de vigilancia, de presencia, de que la crianza no se termina cuando entran al secundario. Es una etapa compleja y necesitamos garantizarles espacios seguros donde puedan crecer, equivocarse y hacer pie.
En tiempos en que la tragedia nos obligó a mirar hacia adentro, no está de más también repensarnos como adultos. Porque, como señala Ful, “instalar el no es muy difícil, pero es indispensable”.
