mié. 9 de julio de 2025
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Recuperaron al nieto 140: es hijo de dos bahienses secuestrados y nació en “La Escuelita” en 1977

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Las Abuelas de Plaza de Mayo anunciaron la restitución de la identidad del nieto 140, y Bahía Blanca quedó en el centro de una historia profundamente conmovedora: el hombre nació el 17 de abril de 1977 en el centro clandestino de detención “La Escuelita”, durante el cautiverio de su madre, Graciela Alicia Romero, una joven bahiense secuestrada junto a su esposo Raúl Eugenio Metz, también oriundo de esta ciudad, en diciembre de 1976.

Separado de su madre a los pocos días de nacer, vivió 47 años con una identidad falsa. Hasta el viernes pasado no sabía que era hijo de desaparecidos ni que su nacimiento había ocurrido en el marco del plan sistemático de apropiación de bebés ejecutado por la dictadura cívico-militar.

Graciela Romero, conocida como “Peti”, nació el 21 de agosto de 1952 en Bahía Blanca. Era una joven comprometida, militante del PRT-ERP, y fue secuestrada estando embarazada de cinco meses. Su hermana menor, María Elena, también fue víctima del terrorismo de Estado en 1977.

Raúl Eugenio Metz, nacido el 24 de agosto de 1953 en Bahía Blanca, provenía de una familia numerosa, con fuerte tradición política. Había sido detenido por primera vez durante la dictadura de Onganía, y tras su liberación, continuó su militancia barrial. En pareja con Graciela, fueron padres de una niña, Adriana, en 1975. Ante el recrudecimiento de la represión, se trasladaron a Cutral Co, Neuquén, donde finalmente fueron secuestrados el 16 de diciembre de 1976 por fuerzas del Ejército y la Policía neuquina.

Ambos pasaron por “La Escuelita” de Neuquén y luego fueron trasladados a “La Escuelita” de Bahía Blanca, donde Graciela dio a luz a su hijo en condiciones clandestinas. Según testigos, pudo estar con el bebé durante cinco o seis días antes de ser desaparecida. De Raúl, no se volvió a saber desde fines de enero de 1977.

Una búsqueda inquebrantable desde Bahía Blanca
La hermana mayor del nieto 140, Adriana Metz, tenía apenas un año cuando sus padres fueron secuestrados. Criada por sus abuelos paternos, comenzó desde muy joven a buscar a su hermano. En 2009, abrió un blog llamado “Poncho de lana”, donde cada 17 de abril —día del nacimiento de su hermano— publicaba cartas para él, hablándole de su familia, de sus padres y del amor que lo esperaba.

La búsqueda se sostuvo durante décadas. La denuncia anónima que llegó este año permitió reabrir la investigación, que fue llevada adelante por Abuelas de Plaza de Mayo junto a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) y la Unidad Fiscal Especializada para Casos de Apropiación de Niños (UFICANTE). El hombre señalado aceptó dejar una muestra de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos, y los análisis confirmaron su identidad como hijo de los desaparecidos bahienses Graciela Romero y Raúl Metz.

Un nuevo capítulo de memoria, verdad y justicia
La noticia fue anunciada oficialmente este lunes por Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas, quien celebró la restitución y recordó que aún quedan cerca de 300 personas que podrían ser hijos o hijas de desaparecidos sin saberlo.

La restitución del nieto 140 no solo devuelve un nombre y una historia a un hombre apropiado, sino que vuelve a poner en evidencia el horror de las maternidades clandestinas, los centros de detención como “La Escuelita” en Bahía Blanca, y el plan sistemático de desaparición y apropiación de niños.

“Nuestros nietos están entre nosotros. Cada restitución es una victoria contra el olvido”, remarcaron desde Abuelas.

La historia del nieto 140 es, también, la historia de una ciudad marcada por el terrorismo de Estado, pero atravesada por una búsqueda colectiva de justicia que no se detiene.