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Salir a comer, un lujo que el 76% redujo en el último año

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Un informe de Kantar Insights revela que el 76% de los argentinos redujo sus salidas a bares y restaurantes. La caída se acentúa en los sectores de menores ingresos, donde el 85% reconoce haber recortado esta práctica.

La imagen de mesas repletas y restaurantes colmados parece cada vez más lejana. En un contexto donde el bolsillo aprieta, comer fuera de casa se transformó en un lujo que muchos argentinos ya no pueden permitirse.

Así lo demuestra un informe reciente de Kantar Insights Argentina, que revela que el 76% de la población redujo su frecuencia de salidas a bares y restaurantes durante el último año. La caída se acentúa en los sectores de menores ingresos, donde el 85% reconoce haber recortado esta práctica.

El relevamiento, realizado en marzo, ofrece una radiografía precisa del nuevo mapa gastronómico nacional: menos consumo, más planificación y una demanda más exigente. Una postal distante de la que se vivía tras la pandemia, cuando la reapertura de los locales generó una explosión de salidas y encuentros.

Quiénes siguen eligiendo comer afuera y por qué
El principal freno es económico. Según el estudio, el 74% de las personas señala que los precios elevados son el mayor desincentivo para salir a comer. A esto se suman las largas esperas (41%) y las malas experiencias previas (30%), particularmente entre jóvenes de 18 a 24 años, quienes muestran un nivel de tolerancia más bajo ante los contratiempos.

En este escenario, la salida gastronómica pasó de ser un hábito espontáneo a una experiencia esporádica, pensada y muchas veces reservada para ocasiones especiales. No obstante, el 42% de los encuestados sostiene que aún conserva el hábito de comer afuera al menos una vez por mes. De ese grupo, el 66% lo hace como forma de sociabilizar, mientras que el 33% lo vincula a celebraciones, una cifra que asciende al 44% entre personas de entre 35 y 49 años.

Los lugares más elegidos siguen siendo los restaurantes casuales (que abarcan desde bodegones hasta cocinas de autor sin pretensiones gourmet), con un 61% de las preferencias. Le siguen los locales de comida rápida (38%), muy populares entre jóvenes de 18 a 34 años, y las cafeterías (29%), con especial arraigo entre quienes tienen entre 18 y 24 años, donde alcanzan el 41%. En contraste, los restaurantes de alta gama apenas convocan al 12%, señal de que la gastronomía de lujo quedó reservada para unos pocos.

Luciana Dellisanti, Client Lead de Kantar Insights Argentina, advirtió que “en tiempos de turbulencia económica, las marcas deben ir más allá de la conveniencia. Ofrecer una experiencia significativamente diferente al cliente es clave para blindar el vínculo con los consumidores ya conocidos y ganar nuevos”. En efecto, el estudio indica que las generaciones más jóvenes no sólo buscan precios accesibles, sino también propuestas memorables: atención eficiente, calidad en los productos, y entornos cuidados.

Este domingo se renuevan 30 bancas en la Legislatura de la Ciudad y 7 miembros de las Juntas Comunales. Una elección local que se volvió clave para medir fuerzas entre el PRO y La Libertad Avanza.

Para los empresarios del rubro, el desafío es doble: hacer frente al ajuste económico (con costos en alza, alquileres dolarizados y una caída sostenida de clientes) y, al mismo tiempo, reinventarse para responder a un consumidor que, aunque sale menos, no está dispuesto a resignar calidad.

Las cifras son contundentes: apenas un 15% de los encuestados afirma que come afuera semanalmente, mientras que un 50% admite que lo hace “rara vez”. La gastronomía, alguna vez refugio de la clase media argentina, se volvió un lujo ocasional, en un país donde la inflación y la pérdida de poder adquisitivo imponen otras prioridades.