mié. 26 de noviembre de 2025
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“Se puede consumir agua de la canilla con total tranquilidad”, afirmó un geólogo de la UNS pese a la presencia de arsénico

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En medio de nuevas dudas y comentarios sobre la calidad del agua en Bahía Blanca, especialmente tras la detección de arsénico en algunos puntos de la región, un especialista en la materia llevó calma a la población.

 René Albouy, doctor en Geología y decano del Departamento de Geología de la Universidad Nacional del Sur, aseguró que “se puede consumir agua de la canilla con total tranquilidad”, y explicó por qué el suministro local cumple con los estándares sanitarios.

Durante la entrevista en CAFEXMEDIO, el profesional recordó que gran parte del abastecimiento proviene del dique, aunque también se complementa con una batería de pozos cercanos a Cabildo. “La presencia de arsénico y flúor es un tema típico del agua subterránea, pero nosotros localizamos un área donde se puede extraer agua en cantidad y calidad, dentro de los límites permitidos”, detalló Albouy.

El geólogo remarcó que la composición química del agua subterránea “no varía significativamente a lo largo del tiempo”, lo que garantiza estabilidad en los niveles de arsénico y flúor. Además, explicó que los arroyos de la región —como el Napostá— también se alimentan de descargas subterráneas, por lo que su composición química responde al mismo origen.

Uno de los puntos centrales estuvo vinculado a los temores por eventuales riesgos para la salud. En ese sentido, mencionó un estudio realizado por el Servicio Geológico de Inglaterra en La Pampa, donde pese a registrarse niveles elevados de arsénico, muchos pobladores rurales no desarrollaban enfermedades asociadas. Allí se comprobó la diferencia entre dos especies de arsénico presentes en el agua: una forma reducida, más dañina, y una forma oxidada —la predominante en la llanura pampeana— que es “mucho menos perjudicial”.

“No quiere decir que no haya que analizar el agua, por supuesto”, aclaró. “Las normas establecen límites de arsénico total, sin distinguir entre sus formas químicas. Pero con los análisis adecuados, se puede determinar si está dentro de lo permitido”.

Recordó también que históricamente Bahía Blanca enfrentó otros problemas en el agua —coloración, sabor “a Gamexane”, cianobacterias— pero subrayó que se trataba de cuestiones asociadas a procesos físicos o biológicos, no químicas. “Cuando uno analiza el agua, hay que ver si se ajusta a los estándares. Para eso se hacen estudios químicos y bacteriológicos”, señaló Albouy.

Incluso extendió esa tranquilidad a quienes viven en áreas rurales y dependen de molinos o perforaciones: “Muchos compran agua envasada por desconocimiento, pero en la región la mayor parte del agua subterránea es apta para consumo”.

Por último, hizo referencia a los pozos del histórico Acuífero Surgente del Parque de Mayo, donde a diario se ven largas filas de vecinos buscando agua dulce. “Ese surgente está certificado: tiene casi nada de arsénico y casi nada de flúor. Esa agua se puede consumir sin preocupación”, afirmó Albouy.

El especialista cerró destacando la importancia de basarse en estudios científicos y no en rumores: “Es clave transmitir tranquilidad. El agua de Bahía Blanca cumple con los estándares de calidad establecidos”.