A más de dos meses del temporal histórico que arrasó en Bahía Blanca, el delegado municipal de General Daniel Cerri, Fabián Fabrizzi, reflexionó sobre lo vivido, las pérdidas humanas, la reconstrucción en marcha y los desafíos que aún enfrenta la comunidad.
El 7 de marzo de 2025, una brutal tormenta azotó a la localidad y a su zona de influencia. En menos de 48 horas, el agua arrastró años de trabajo, infraestructura y vidas. Varias personas murieron, cientos de familias fueron evacuadas y la infraestructura vial quedó severamente dañada.
“Hace 30 años que se viene tirando tosca en el pueblo para mejorar las calles. Esta inundación se la llevó toda”, explicó Fabrizzi en CAFEXMEDIO, al recordar la magnitud del fenómeno que afectó también a gran parte del sudoeste bonaerense.
Según informes posteriores, como los del INTA y la UNS, Cerri recibió un volumen hídrico comparable al de las Cataratas del Iguazú. En un tramo de 1.700 metros –la distancia entre la desembocadura del Sauce Chico y el Saladillo García– pasaron 3.600 metros cúbicos de agua en apenas dos días. Las Cataratas, en comparación, descargan 1.500 por segundo.
Aislados y sin comunicación
Uno de los momentos más críticos se vivió cuando el agua alcanzó el cuartel de bomberos y el geriátrico. “Fue muy difícil. No se podía entrar ni salir del pueblo. Se cortaron las comunicaciones, se fue la luz y nadie sabía lo que nos estaba pasando. Nos tuvimos que arreglar solos”, relató el delegado.
Ese aislamiento forzó a la comunidad a improvisar con lo que tenía a mano. Palas mecánicas, camiones municipales y hasta camiones jaula se utilizaron para evacuar a vecinos de las zonas más bajas. “Las palas llegaron a estar con agua dentro de la cabina. Tuvimos que usarlas como si fueran botes”, describió Fabrizzi.
Si bien los bomberos voluntarios están entrenados para emergencias, no cuentan con embarcaciones. “Nunca pensamos que íbamos a necesitar botes dentro del pueblo. Siempre los temas náuticos los resolvía Prefectura”, añadió.
Solidaridad y trabajo colectivo
Pese a las limitaciones, Cerri no estuvo solo. El delegado destacó la colaboración de los empleados municipales, la cooperativa de trabajo, y el apoyo de organizaciones externas. “Los primeros que vinieron fueron los chicos de La Cámpora, después se sumaron los bonaerenses solidarios y también la Armada, que con un anfibio nos ayudó a llegar a zonas rurales muy afectadas”, indicó.
La recuperación fue lenta y aún está en proceso. “Hoy tenemos un 80% de las calles reparadas. Pero falta mucho. Algunas zonas siguen cediendo por el tipo de suelo y por el impacto de la inundación”, reconoció.
Dolor y aprendizaje
El delegado confirmó que en total hubo cinco víctimas fatales en la región: dos menores de edad, un chofer, un trabajador rural y dos adultos mayores que fallecieron por causas vinculadas a las consecuencias del temporal.
“Lo más duro fue ver cómo la gente tenía que sacar su vida entera a la calle. Todo lo que habían construido, lo perdieron. Eso deja marcas”, dijo Fabrizzi, visiblemente afectado. “Hoy la tristeza se sigue notando en los ojos de la gente”.
Desde entonces, la gestión trabaja en un protocolo para que, en caso de una nueva emergencia, no se repita la incomunicación. “Queremos garantizar al menos un canal alternativo para alertar a la región y a los organismos de asistencia”, explicó.
Un pueblo que no baja los brazos
A pesar de todo, Fabrizi resalta el espíritu colectivo que se fortaleció en la tragedia. “Hay una voluntad muy fuerte de seguir adelante, de reconstruir. En este caso, no fue como el viento que le pegó a algunos. Esto nos tocó a todos”, afirmó.
La frase resume la dimensión humana de lo que ocurrió en Cerri. Un fenómeno climático sin precedentes que afectó a cada vecino y vecina de la localidad, pero que también desató una ola de solidaridad y compromiso que hoy sostiene la reconstrucción.
“El año pasado dije: ‘¿qué más nos puede pasar?’. No lo voy a decir nunca más. Esto fue lo peor. Pero acá estamos, trabajando”, cerró.
