Última entrega sobre el candente tema en donde el constitucionalista bahiense plantea que ya no es una cuestión de salud o religiosa sino jurídica y científica. Y un dato histórico a mencionar que pocos han destacado: la postura pública de Eva Duarte de Perón sobre el aborto.
Tras el análisis en torno al proyecto de ley de aborto que hiciéramos en las dos notas anteriores, ha quedado en evidencia que no se trata de un problema de salud ni de creencias religiosas, sino jurídico y científico.
Tras el análisis en torno al proyecto de ley de aborto que hiciéramos en las dos notas anteriores, ha quedado en evidencia que no se trata de un problema de salud ni de creencias religiosas, sino jurídico y científico. En efecto: lo primero por cuanto tanto la Constitución Nacional; los tratados internacionales a ella incorporados y los Códigos Civil y Comercial y Penal reconocen y protegen el derecho a la vida; lo segundo, porque esos mismos instrumentos legales recogen la evidencia científica irrefutable que demuestra que la vida comienza en el mismo momento de la concepción. De allí que para la Iglesia Católica el tema del aborto no pasa por un tema de fe sino que la misma se limita a reconocer el hecho científico respecto al inicio de la vida humana. Finalmente, y teniendo en cuenta estas conclusiones jurídicas y científicas, es evidente que tanto el actual art. 86 del Código Penal como la nueva ley que trata de despenalizar el aborto no superan un test de constitucionalidad al resultar en oposición a normas superiores como lo son la Constitución Nacional y los tratados internacionales ya referidos, violentando así el principio de supremacía consagrado en el art. 31 de la Ley Fundamental. Por todo ello y para finalizar nuestro examen abordaremos otras cuestiones que igualmente pretenden invocarse como sustento de legalidad para justificar el aborto.
1° El contradictorio peronismo: Del mismo reconocido jurista autor de la célebre frase “Desde el Derecho se explica que se es persona desde que se nace”, llega ahora “las células son vida pero no estamos hablando de personas”; agregando que “un peronista que cree en la justicia social e igualdad de derechos no sé por qué le va a negar esta posibilidad a las mujeres más débiles”. Quizá Ginés González García haya olvidado lo que afirmaban justamente sus compañeros en la Convención Constituyente de 1949 al tratar el art. 37 en lo atinente a los derechos de la familia. Así, Méndez San Martín sostuvo que la norma proyectada permitiría al Congreso “…dictar la legislación que proteja al individuo en forma integral, en todo el proceso de su vida, es decir, desde su concepción hasta su muerte”; en tanto que Mendé dijo que “La protección del niño, desde su concepción hasta su nacimiento y desde su nacimiento hasta que llega a ser hombre, significa defender y acrecentar un capital humano…”. Parecen olvidar también que poco después y en la misma sintonía, Eva Perón en un discurso a las enfermeras (12/10/50) les decía enfáticamente: “Compañeras, cada aborto que ustedes permiten es un servicio a los poderes coloniales que quieren debilitar la revolución, cada hijo del pueblo que no nace es un hombre menos en las filas de la defensa de la Patria y Perón”. ¿Lo tendrán presente al momento de votar la ley…?
2° Las estadísticas en la Argentina: Según nos acaba de informar el inefable González García “el problema del aborto es la magnitud, son más de mil por día”, es decir, que en Argentina se producirían anualmente 365.000 abortos, cifras que otros estiman en 500.000 lo que equivaldría a uno por minuto, sosteniéndose asimismo que es la mayor causa de muerte femenina, todo lo cual resulta un evidente dislate a la luz de las propias estadísticas del Ministerio que el nombrado tiene a su cargo y que, evidentemente, no registran abortos clandestinos por lo cual se ignora a qué fuentes se alude.
a) Así, tomando las cifras oficiales del año 2009, el total de mujeres fallecidas en ese periodo fue de 144.060, siendo las primeras causas: enfermedades del sistema circulatorio (45.023), tumores (28.233) y enfermedades del sistema respiratorio (22.286), en tanto las muertes maternas -relacionadas con el embarazo, parto y puerperio- son un subgrupo de 410 muertes. El aborto provoca el 21% de las muertes maternas y el 0,06% de las muertes de mujeres (6 muertes por aborto cada 10.000 defunciones femeninas). En el total de muertes femeninas el aborto se ubica por detrás de muchísimas causas evitables, por ejemplo deficiencias y anemias nutricionales que en el 2009 ocasionaron la muerte de 557 mujeres. De las 410 muertes maternas del 2009, 87 fueron por aborto. Las demás estuvieron ocasionadas por causas obstétricas directas (165) e indirectas (158).
b) En 2015 y de acuerdo siempre a las estadísticas oficiales del Ministerio de Salud, se desprende que en el país hubo 55 muertes maternas por aborto, incluyendo todos los casos, sin discriminación entre interrupciones voluntarias del embarazo y abortos espontáneos o naturales. En 2016, la estadística de muertes la encabezan las enfermedades cardiovasculares con 51.283 decesos a las que le siguen las enfermedades respiratorias con 33.775; los tumores malignos con 31.517; los accidentes de tránsito con 912; los suicidios con 585; el HIV con 473 y la mortalidad materna con 245 casos, esto es, el 0,14% del total. Por su parte de esas 245 muertes, 135 se debieron a causas obstétricas directas (complicaciones del embarazo o parto); 67 por causas indirectas (problemas preexistentes o contraídos durante la gestación) y 43 debidos a “embarazos terminados en aborto”. Sin embargo, el desglose de esos casos revela que 6 corresponden a embarazos ectópicos; 3 a otros productos anormales de la concepción y 3 a aborto espontáneo; en tanto que igualmente se indican 14 de “otro aborto”; 16 de “aborto no especificado” y 1 de “intento fallido de aborto”, por todo lo cual el total de abortos se reduce a 31 casos. Y si bien los 3 últimos datos podrían corresponder a abortos clandestinos ello no se encuentra determinado en forma específica.
c)Por último, las estadísticas de decesos femeninos de 2018 según informe del propio Ministerio (12/19) revelan que 34.398 lo fueron por enfermedades del corazón; 29.118 por tumores malignos; 16.904 por neumonía e influenza; 9.600 por enfermedades cerebrovasculares; 5.492 por septicemia y 257 por muertes obstétricas correspondiendo 157 a causas directas; 65 a causas indirectas y 35 desglosadas en 19 (abortos médicos; otro aborto; aborto no especificado e intento fallido de aborto); 13 (embarazos ectópicos; mola hidatiforme y feto muerto y retenido) y 3 (abortos espontáneos). El mismo Ministerio de Salud ha informado que entre 2007 y 2016 el promedio anual de muertes por aborto fue de 59 casos pero sin discriminar entre espontáneos e inducidos. Finalmente y respecto a que debido a la penalización del aborto se ha procesado y encarcelado a miles de mujeres, las estadísticas de la Defensoría General de la Nación demuestran que entre 2011 y 2016 hubo 167 casos de denuncias por abortos clandestinos, pero de los cuales solo 2 tuvieron condenas condicionales y hubo 7 mujeres detenidas entre 10 hs. y 26 días. Lo cierto es que, precisamente por tratarse de abortos clandestinos, no es posible contar con ningún tipo de estadística oficial y las que sí lo son, de manera alguna permiten concluir en los números sostenidos por González García.
3° La despenalización reduce los abortos: Finalmente, otro de los argumentos en defensa de la despenalización del aborto es que en los países que así lo han legislado los mismos han disminuido considerablemente, lo cual tampoco es real, destacando que de 206 países que hay en el mundo, solo 58 tienen o tuvieron algún tipo de aborto legalizado. Así, en España el aborto se legalizó en 1985 por diversas causas, como ser el riesgo para la salud de la madre, pero las cifras fueron en continuo aumento a partir de 1987 (16.206 casos); 1992 (44.962); 2000 (63.756); 2006 (101.592) y 2008 (115.812). Entre 2009 y 2010 se autorizó la venta de antiabortivos en farmacia y se reconoció el aborto como “derecho”, siendo las cifras en 2011 (118.611); 2012 (113.419) y 2013 (108.690). Se señala que España con una población similar a Argentina (46 millones contra 43 millones) se producen un promedio de 100.000 abortos, muy lejos de los que se afirman ocurren en nuestro país.
A nivel mundial y según la OMS y UNICEF tampoco la legalización del aborto ha disminuido las muertes por esa causa. Así, los 4 países que entre 1990 y 2008 han reducido las muertes son: las Maldivas, Irán y Bután -que prohíben el aborto- y Rumania. En Nicaragua y El Salvador, el aborto está prohibido no obstante lo cual en ambos países desde 1990 el índice de mortalidad ha disminuido un 44%. En cambio, Sudáfrica legalizó el aborto en 1997 pero la tasa de mortalidad es de 410, casi el doble de la existente en 1990; en tanto que Canadá que también ha legalizado el aborto por demanda ha visto crecer la tasa de mortalidad entre 1990 y 2008 en un 94%; y lo mismo ocurre en EE.UU donde la tasa ha crecido un 96%. Chile, por su parte, prohibió el aborto en 1989 y la tasa de mortalidad ha descendido en forma acelerada,
4° La mujer puede disponer de su cuerpo. Otra falacia es la que postula el indudable derecho de la mujer de disponer de su cuerpo, cuestión que no está en discusión y que igualmente tutela al hombre que quiera disponer del suyo, inclusive con respaldo jurisprudencial como lo es el llamado “derecho a ser dejado a solas”, la negativa a ser transfundido por parte de algunas religiones o el mantenimiento de la vida a través de mecanismos artificiales. Pero nada de ello admite que igualmente la mujer pueda disponer, no ya de su propio cuerpo, sino de otro totalmente independiente y distinto como lo es la creatura humana desde su concepción. Y es aquí donde el Estado frente al riesgo que puede entrañar un aborto para la madre, elige suprimir al hijo indefenso, en una decisión arbitraria: la madre puede o no morir en un aborto, aunque esta posibilidad a la luz de las estadísticas del Ministerio de Salud resultan ínfimas, pues si como se pretende se practican anualmente 500.000 abortos y las muertes alcanzan a 43 casos -o inclusive, menos- ello representaría una mortalidad del 0,0086%; el niño, en cambio, está destinado a morir indefectiblemente como consecuencia del aborto.
Es que por sobre estas consideraciones jurídicas y científicas que hemos analizado, que son de incuestionable peso y no merecen controversia por la claridad de su andamiaje, no puede ocultarse que el aborto, como ya se dijera, es un homicidio que no admite excusas. Bajo su amparo, se asesina a alguien que no decidió venir al mundo y que, indefenso en el vientre que debía cobijarlo durante nueve lunas, soporta ser despedazado sin misericordia alguna. “A ellos también los podríamos considerar mártires, pues son los últimos en este mundo. Tristeza porque ellos mueren en la oscuridad de un hospital, una clínica clandestina o no, en manos de médicos, enfermeras o parteras que deberían ser los que los recibieran en este mundo. Tristeza porque nadie nunca se enterará de sus nombres, ni de sus talentos, ni de sus aciertos o de sus errores. Tristeza porque no tendrán nunca la oportunidad de decir su verdad” (www.acristopormaría.com.ar).
Y aun cuando haya sido engendrado de forma violenta y no querida, no deja de ser desde ese momento, una creatura inocente e indefensa, que con su muerte no dará solución al tema de la violación, cuando se encuentra lamentablemente comprobado que los violadores son reincidentes y sin que el Estado se decida a sancionar una legislación adecuada en la materia, que a través de penas de larga duración y sin posibilidad de artilugios procesales, los mantenga fuera de circulación.
En el caso del aborto se percibe la difusión de una terminología ambigua, como la que habla de “interrupción del embarazo”, que tiende a ocultar su verdadera naturaleza y a atenuar su gravedad en la opinión pública, pues como se sostiene desde la Doctrina Social de la Iglesia quizás este mismo fenómeno lingüístico sea síntoma de un malestar de las conciencias. Pero ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas: el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice, de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al nacimiento. Quien se elimina es un ser humano que comienza a vivir, es decir, lo más inocente en absoluto que se pueda imaginar: jamás podrá ser considerado un agresor, y menos aún un agresor injusto. Es débil, inerme, hasta el punto de estar privado incluso de aquella mínima forma de defensa que constituye la fuerza implorante de los gemidos y del llanto del recién nacido. Se halla totalmente confiado a la protección y al cuidado de la mujer que lo lleva en su seno.
Sin embargo, a veces, es precisamente ella, la madre, quien decide y pide su eliminación, e incluso la procura. De allí que no se entiende cómo matar a un niño que se encuentra en el vientre materno y cuya vida está protegida desde el momento mismo de la concepción, puede justificarse sosteniendo que se trata de un tema de salud pública; de justicia social; de ampliación de derechos y del poder de decidir de la mujer.
¿Asesinar a esa creatura significa todo eso?¿Y el derecho a la vida del que van a matar no cuenta?¿Es un tema de salud pública eliminar personas en el vientre materno?¿Y si las madres de todas quienes apoyan estos crímenes hubieran pensado igual y las hubiesen abortado?
Tal vez, quienes tengan en sus manos decidir la suerte de esas creaturas recuerden que sólo Dios da y quita la vida.
