Dos recientes marchas de jubilados en reclamo de sus legítimos derechos y que tuvieran lugar frente al Congreso Nacional, fueron copadas por sectores a los cuales nunca les importó ni los jubilados ni el monto de sus haberes jubilatorios sino que acompañaron las marchas con exclusivos fines políticos y desestabilizadores, tal como pudo advertirse con la presencia de barras bravas de clubes deportivos o simplemente agitadores profesionales que encapuchados y con palos y armas enfrentaron a las fuerzas de seguridad que pretendían mantener el orden público.
Pero además de quienes participaron en forma activa, las marchas fueron alentadas desde los medios por un nutrido contingente de violentos de todo pelaje entre los cuales se destacó un conocido asesino guerrillero que al frente de la agrupación “Montoneros” asoló el país en la década del 70 con las consecuencias que son por todas conocidas. Nos referimos al líder de esa agrupación Mario Firmenich quien desde su residencia española arengó para movilizarse en su calidad de hincha del Racing Club de Avellaneda.
1° Cabe recordar -para quienes no la vivieron- la trayectoria criminal de esta lacra pero cuya magnitud no alcanzaría a ser reflejada en una sola nota. Por ello, solo nos abocaremos a rememorar una de ellas cual fue la denominada “Operación Pindapoy” llevada a cabo el 29 de mayo de 1970 y que consistió en el secuestro y posterior asesinato del General Pedro Eugenio Aramburu. Recién en el año 1984 Firmenich fue arrestado en Brasil y extraditado a nuestro país donde fue condenado a 30 años de prisión por esos hechos junto a sus cómplices Perdía y Vaca Narvaja. Sin embargo, el 29 de diciembre de 1990 el ex presidente Carlos S. Menem mediante decreto 2742 le concedió el indulto tras lo cual el criminal se radicó en Barcelona, donde actualmente vive dedicado a la enseñanza. No obstante ello en fecha reciente la justicia decidió reabrir la causa por la voladura del comedor de la Superintendencia de Seguridad Federal en la ciudad de Buenos Aires que dejara 24 personas muertas y más de 60 heridos y en la cual Firmenich aparece como imputado razón por la cual se ha dispuesto su indagatoria.
Merecen recordarse igualmente otras “hazañas” de este asesino por él mismo reconocidas y avaladas por otros montoneros, como lo fue la llamada “Operación Traviata” que tuviera lugar el 25 de septiembre de 1973 y que terminara con la muerte del dirigente gremial José Ignacio Rucci y que según el mismo Firmenich fue un error porque “”Nosotros creíamos que tirándole al viejo un fiambre sobre la mesa íbamos a poder negociar en mejores condiciones, y la historia nos demostró que no era así. Fue una decisión política equivocada”. Al año siguiente, el 15 de julio de 1974 y bajo la dirección de Firmenich, los Montoneros asesinaron al ex ministro Arturo Mor Roig; en tanto que el 19 de septiembre del mismo año una vez más Montoneros bajo la conducción de Firmenich llevaron a cabo la “Operación Mellizas” que consistió en el secuestro de los empresarios Juan y Jorge Born quienes fueran liberados luego del pago de un rescate estimado entre 30 y 60 millones de dólares.
2° El 3 de septiembre de 1974 la revista “La causa peronista” bajo el título “Cómo murió Aramburu” ofrece el relato pormenorizado de ese brutal crimen mediante la confesión de Mario Firmenich y una de sus cómplices Norma Arrostito. Así se describe que “Era la una y media de la tarde del 29 de mayo de 1970. Las radios de todo el país interrumpían su programación para dar cuenta de una noticia que poco después conmovería al país: ‘Habría sido secuestrado el Teniente General Pedro Eugenio Aramburu’. Era la una y media de la tarde. Esquivando puestos policiales y evitando caminos transitados, una pick up Gladiator iba desde hacía cuatro horas rumbo a Timote. En la caja, escondido tras una carga de fardos de pasto, viajaba el fusilador de Valle escoltado por dos jóvenes peronistas. Lo habían ido a buscar a su propia casa. Lo habían sacado a pleno día, en pleno centro de la Capital y lo habían detenido en nombre del pueblo” Así se inicia el tenebroso relato justificado por imputar a Aramburu como responsable de los bombardeos a Plaza de Mayo; el fusilamiento de un grupo de militares encabezados por el General Valle así como el robo y desaparición del cadáver de Eva Perón, por todo lo cual “El fusilador tenía que pagar sus culpas a la justicia del pueblo”. El grupo que organizó y llevó adelante la operación estaba compuesto por Mario Firmenich; Norma Arrostito; Carlos Capuano Martínez; Ignacio Vélez Carreras; Fernando Abal Medina; Emilio Mazza; Carlos Gustavo Ramus y Carlos Alberto Maguid; además de otras 2 personas nunca identificadas.
3° En cuanto al secuestro, Firmenich relata que “dedicamos el máximo esfuerzo al fichaje externo. El edificio donde él vivía está frente al colegio Champagnat y averiguamos que en el primer piso había una sala de lectura o una biblioteca. Entonces, nos colamos. Ibamos a leer ahí. El que inauguró el método fue Fernando que era bastante desfachatado, Más que leer mirábamos por la ventana. Nos quedábamos por periodos cortos, media hora, una hora. Nunca nadie nos preguntó nada”. Y dado que entre las cosas que habían advertido era que Aramburu no tenía custodia alguien sugirió “¿por qué no vamos a ofrecérsela?”. De tal forma organizaron los vehículos que participarían en la operación. “En el Peugeot 404 subieron Capuano Martínez, que iba de chofer con otro compañero, los dos de civil pero con el pelo bien cortito. Y detrás, Maza con uniforme de capitán y Fernando Abal, como teniente primero. Ramus manejaba la pick up Chevrolet y la ‘flaca’ (Norma) lo acompañaba en el asiento de adelante. Detrás íbamos un compañero disfrazado de cura, y yo con uniforme de cabo de la policía” Al llegar al departamento 8° del edificio donde residía Aramburu Fernando y el Gordo “tocaron el timbre, rígidos en su postura militar, Fernando un poco más rígido por la ‘metra’ que llevaba bajo el piloto verde oliva.
Los atendió la mujer del general. No le infundieron dudas: eran oficiales del Ejército, los invitó a pasar, les ofreció café mientras esperaban que Aramburu terminara de bañarse. Al fin apareció, sonriente, impecablemente vestido. Tomó café con ellos mientras escuchaba complacido el ofrecimiento de custodia que le hacían. A Maza le descubrió enseguida el acento: ’Usted es cordobés’. ‘Sí, mi general’. Las cortesías siguieron un par de minutos mientras el café se enfriaba y el tiempo también, y los dos muchachos agrandados se paraban y desenfiarraban y la voz cortante de Fernando dijo: ’Mi general, usted viene con nosotros’. Así, sin mayores explicaciones. A las nueve de la mañana. ¿Si se resistía? Lo matábamos ahí. Ese era el plan, aunque no quedara ninguno de nosotros vivo”. Firmenich agrega: “Y de golpe lo increíble: Habíamos ido allí más bien dispuestos a dejar el pellejo, pero no: era Aramburu el que salía por la puerta de Montevideo, y el gordo Maza lo llevaba con un brazo por encima del hombro, como palmeándolo, y Fernando lo tomaba del otro brazo. Caminaban apaciblemente”.
4° Luego de explicar detalladamente el viaje hasta el lugar de cautiverio, arribaron cerca de las 17 hs. al casco de la estancia “La Celma” en Timote, pueblo cercano a Carlos Tejedor y que pertenecía a la familia de Ramus. Esa misma noche comenzó “el juicio” donde le explicaron los cargos que tenían contra él y que ya se explicaran y en la madrugada del día siguiente Abal Medina le comunicó la sentencia a la que habían llegado: “General, el Tribunal lo ha sentenciado a la pena de muerte. Va a ser ejecutado en media hora”. Luego ya con las manos atadas a la espalda, bajaron a Aramburu a un sótano y según Firmenich “le pusimos un pañuelo en la boca y lo colocamos contra la pared. El sótano era muy chico y la ejecución debía ser a pistola. Fernando tomó sobre sí la tarea de ejecutarlo. Para él, el jefe debía siempre asumir la mayor responsabilidad. A mí me mandó arriba a golpear sobre una morsa con una llave, para disimular el ruido de los disparos. ‘General -dijo Fernando- vamos a proceder. Proceda, dijo Aramburu’. Fernando disparó la pistola 9 milímetros al pecho. Después hubo dos tiros de gracia, con la misma arma, y uno con una 45. Fernando lo tapó con una manta. Nadie se animó a destaparlo mientras cavábamos el pozo en que íbamos a enterrarlo” El 16 de julio de 1970 la policía encontró el cadáver de Aramburu enterrado en el sótano entre bolsas de cal quien presentaba los ojos vendados y las manos atadas. Merece señalarse que menos de un año después de este crimen, el 20 de febrero de 1971, el General Perón dirigió una carta a los “compañeros Montoneros” en la que elogiaba su accionar tal como ellos mismos la publicaran en la citada revista en las pgs. 28/29. El precedente relato no es ficción. No se trata de una producción de Netflix. Es la cruda confesión de un horrendo crimen por parte de uno de los asesinos que aún sigue en libertad y que ahora pretende apoyar marchas de jubilados.
5° A la fecha, los únicos partícipes del asesinato de Aramburu que permanecen con vida son Firmenich y Vélez Carreras. Norma Arrostito fue secuestrada y alojada en la ESMA donde murió el 15 de enero de 1978, según testimonios de otros detenidos, pero su cuerpo nunca apareció. Igual suerte corrió Carlos Alberto Maguid quien el 12 de abril de 1977 fue secuestrado en Perú y trasladado a la ESMA sin que nunca se encontrara su cuerpo. En cuanto a Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus ambos murieron el 7 de septiembre de 1970 en un enfrentamiento con la policía en un bar cercano a la estación de trenes de William C. Morris. Allí habían quedado en encontrarse, entre otros, Firmenich; Capuano Martínez; Arrostito; Ramus y Abal Medina cuando llegó al lugar una patrulla policial y se produjo un tiroteo en el que cayó muerto Abal Medina, en tanto que Ramus al pretender arrojar una granada la misma le explotó entre las manos y falleció en el acto. Capuano Martínez junto a otro sujeto lograron escapar mientras que Firmenich y Arrostito al haberse atrasado en el trayecto el vehículo en el que se dirigían al encuentro, llegaron cuando ya todo había terminado y también lograron huir. El 16 de agosto de 1972, Capuano Martínez se encontraba reunido con otros dos miembros de Montoneros en un bar cuando ingresó una comisión policial que les requirió los documentos frente a lo cual Capuano comenzó a disparar matando a un subcomisario y cuando pretendía escapar en un auto fue baleado y murió. Finalmente Emilio Maza fue abatido el 8 de julio de 1970 por fuerzas policiales cuando un grupo de Montoneros pretendieron tomar el pueblo cordobés de La Calera.
6° A la luz del recedente análisis, es evidente que nunca habrá MEMORIA cuando una parte de la violenta década de los 70 sea silenciada o manipulada a través de teorías que pretendan entronizar que en esta historia hubo un grupo bueno y otro malo. Por el contrario, encuadrar el análisis de esa trágica época en todos los hechos que la historia revela con nombres y apellidos permitirá que la VERDAD no se falsifique con argumentos que pretenden demonizar a una u otra facción como únicos responsables de la tragedia. Solo así será posible que la JUSTICIA actúe delimitando el accionar que a cada uno le cupo y asignándole las eventuales consecuencias que nos llevaran a los argentinos a una de las más sangrientas etapas de nuestra historia. Recién, entonces, la frase del fiscal Strassera hacia uno de esos sectores será de plena aplicación para ambos responsables de esa tragedia: “¡Nunca más!”.
