El aurinegro doblegó al funebrero de local 2 a 1. Quedan 9 unidades en juego, y depende de sus propias fuerzas para conservar su participación en el Nacional B.
Esa hazaña, más la derrota de Santamarina el sábado y las atajadas magníficas de Holgado en el primer tiempo frente a Chacarita, fueron signos claros de que la Divina Providencia y los astros están del lado olimpiense.
Sí, es como que los planetas del mundo Olimpo se empezaron a alinear.
Los casi 50 héroes de Malvinas que desfilaron por el césped del Carminatti, las canciones patrias entonadas por la banda del Batallón de Comunicaciones 181, el himno nacional y el aliento repentino y ensordecedor de los casi 5.000 hinchas tras el minuto de silencio, hicieron que el dueño de casa arranque el partido con el orgullo en el cielo y la sangre a punto de hervir.
Con el 4-4-2 made in Broggi, compacto, comprometido y voraz, Olimpo salió a buscar ese triunfo que le permita abrir los ojos y poder despojarse del respirador artificial.
Con el alma, Olimpo prepeó a “Chaca”, que jamás pudo ponerse a tono del encuentro en todo el primer tiempo.
Lacunza no sólo metió su primer gol con la casaca aurinegra, sino que hizo dos (el árbitro Pablo Dóvalo aseguró que fue el `8′ el que empujó el rebote en el travesaño y en el arquero tras el exquisito tiro libre de David Vega) y por eso ahora tiene que pagar un asado completo para todo el plantel.
En el segundo tiempo, Olimpo no fue el mismo que el de los 45 minutos iniciales. Más retrasado en el terreno, visiblemente afectado por la tensión lógica de lo que está viviendo, tal vez con más cansancio mental que físico, dejó que la visita encuentre luz y espacios.
El remate de Juan Cruz González, a los 18, borró de un sopetón las sonrisas de los simpatizantes más exultantes.
Si hubiese sido otro el rival, alguno más encumbrado, con más potencial, tal vez lo empataba, pero ya estoy creyendo de que este Olimpo está bendecido.
Hasta yo recibí una señal, de Eduardo López, el hombre de estudios en cada transmisión futbolística de LU2, quien me escribió en un mensaje: “triunfo triple L”, y lo cacé al vuelo: Leandro Lautaro Lacunza.
Si el “funebrero” vino a enterrar a Olimpo, se llevó una linda sorpresa. Porque el muerto no está tan muerto… (La Nueva)
