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Orgullo bahiense… De promesa del automovilismo a mentor de Franco Colapinto

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Lucas Benamo fue campeón de la Fórmula Renault, pero no pudo correr en Europa por falta de presupuesto. Tras unos años en el TC 2000, no tuvo sponsors para seguir. Se reinventó y es uno de los pioneros en el país en el coaching de pilotos

En 2005 se consagró campeón de la Fórmula Renault con 20 años y en ese momento el bahiense Lucas Benamo se ilusionó con seguir los pasos de su padre, Enrique, que fue uno de nuestros embajadores en el automovilismo hace cuatro décadas. Pero la falta de presupuesto truncó ese sueño y el TC 2000 le abrió las puertas.

Sin embargo, la falta de dinero lo dejó abajo con apenas 31 años. El retiro lo afectó al punto de sufrir depresión, pero pudo salir adelante y es uno de los pioneros en el país en el coaching de pilotos. Entre sus máximos exponentes están Franco Colapinto, que corre en la Fórmula 3, integra la academia de pilotos de Williams y es el argentino que más cerca está de la Fórmula 1, e Ignacio Montenegro, que brilla a nivel nacional.

Lucas y su tocayo Colombo Russell (también piloto) se juntaron y crearon una empresa que se dedica a entrenar corredores y el objetivo es transmitirles toda su experiencia para que puedan tener herramientas arriba del auto con técnicas de manejo y abajo, algo muy importante por lo que implica este deporte a la hora de manejarse con una escudería y conseguir patrocinantes.

Fue en una carrera del TC 2000 en las que siempre acompaña a Montenegro, que Benamo aceptó el diálogo con Infobae.

-¿Cómo es hacer docencia en el automovilismo y trabajar con chicos?

-Estamos en esta nueva función en la que tratamos de volcar toda nuestra experiencia de casi 30 años ininterrumpidos de automovilismo. El coaching en la Argentina es una actividad medianamente nueva. En Europa se usa desde hace muchos años y acá nosotros empezamos hace cinco. Tenemos mucho trabajo. Nuestro trabajo es ser el nexo entre el equipo y el piloto. Tratamos de darles las herramientas a los chicos, en este caso Montenegro que corre con tracción delantera en autos de turismo requiere una técnica y otra en los coches de fórmula. Buscamos cortarles los tiempos y los pasos a los chicos con herramientas. Y, como todo deporte, mientras más se entrene, mejor es el funcionamiento.

-¿Cómo se trabaja con un chico como Montenegro u otro piloto?

-Con Nacho estamos hace cinco años y lo conocemos muy bien. Tratamos de acomodar su cabeza en momentos importantes. En otros, trabajar la parte técnica y deportiva. Tanto Lucas Colombo o yo le estamos siempre encima.

-¿Superaste el retiro siendo tan joven?

-Son cosas que no se terminan de superar nunca. El primer año, cuando dejé de correr, sufrí depresión. En una actividad después de tantos años, y que se corte de golpe, es un cambio de vida. Después me fui acomodando y con esta actividad del coaching arranqué con Franquito Colapinto y me permitió estar en las carreras y con los pilotos. Lo vivimos con mucha intensidad y pasión y esa es la característica nuestra. Los objetivos que tenemos con los chicos y con los padres los cumplimos a rajatabla y los resultados nos están acompañando.

-¿Cómo atravesaste la depresión?

-Este es un deporte difícil porque yo corría en el TC 2000 con el equipo del Tano Salerno y a la otra carrera se subió otro piloto y fue como ver a tu novia con otra persona. Se sufre, pero gracias a Dios pude insertarme en esta actividad que me permite seguir con esta pasión.

-¿Hiciste algún tratamiento?

-Tuve una psicóloga que se llama María Mucari con la que hace muchos años trabajo y me sacó de esa situación y pudo potenciar otras cualidades que ella veía en mí. Hoy es la psicóloga de nuestra empresa y hay muchos pilotos que trabajan con ella.

-¿Cuánto tiempo estuviste mal?

-Uno o dos años. Decí que por el trabajo estamos arriba de los autos y los probamos, corremos alguna carrera de invitados en el Turismo Nacional, alguna categoría que se nos presenta, entonces esa adrenalina sigue estando. A veces un poco menos, a veces más. Un piloto no se retira nunca.

Lucas tuvo un efímero intento en el exterior, pero fue un reconocimiento por su título en la Fórmula Renault. “Como salí campeón acá tuve como premio correr una carrera en la Fórmula Renault Italiana con el equipo Jenzer y enseguida corrí en el TC 2000. Estuve en los equipos de Roberto Valle (Ford) y Edgardo Fernández (Renault). Comencé en autos de turismo y lo de Europa quedó en el pasado. No tuve presupuesto ni ninguna manera de quedarme”.

Más allá de sus cuatro triunfos y nueve podios en 2005 que lo llevaron al título en la Fórmula Renault, conoce a fondo la hoy llamada Fórmula Nacional. Se trata de la “Categoría Escuela” creada en los años sesenta y fue el gran semillero del automovilismo argentino. Pero malos manejos dirigenciales llevaron a que la categoría pasara de tener 60 autos como en la época de Lucas, en la que había repechaje previo a la final, a que hoy haya menos de 20 monopostos.

-¿Qué sentís al ver así a la Fórmula Renault?

-Duele, se está trabajando mucho con los equipos, pero cuesta mucho. Es como remontar un Titanic. Ojalá que se puedan volver a tener unos 25/30 autos, como está la Fórmula 3 Metropolitana. Es fundamental el semillero y si no lo tenemos es imposible nutrir a otras categorías como el TC 2000 Series o TC 2000.

-¿Qué tiene el piloto argentino? ¿Por qué es requerido a nivel internacional?

-Garra y talento. Acá en Argentina hay un nivel muy bueno de pilotos. Nosotros tenemos sangre y los europeos son mucho más fríos. Cuando uno puede pensar arriba del auto con el ímpetu argentino es un combo explosivo como le está pasando ahora a Franco (Colapinto) en Europa.

-¿Por qué Colapinto es especial?

-Tiene mucha sangre. Es un pibe que va al frente y tiene mucha experiencia en Europa a pesar de su juventud. Se juntó la experiencia con la velocidad y tiene una edad justa. Ya el año pasado, con un poquito más de experiencia. que la supo aprovechar habiendo estado en equipos muy buenos, pero no los mejores, pudo demostrar sus condiciones.

Lucas Benamo explicó por qué Franco Colapinto va a llegar a correr en la Fórmula 1 y recordó una divertida anécdota en su primera prueba con un auto de fórmula
-Tiene 19 años, pero parece de 30, ¿por qué tiene esa personalidad?

-Franco estuvo desde los 14 años viviendo en Europa en una fábrica de karting. Nosotros, su familia y su entorno viajábamos cuando podíamos acompañarlo. El haber estado tanto tiempo solo lo fue fortaleciendo desde algunos aspectos. En otros, desde la juventud no es sencillo porque los chicos necesitan de los mimos familiares. Él se hizo muy fuerte con eso, lo potenció mucho y lo llevó a un nivel superlativo. Hoy está rodeado de una gente que son de los mejores del mundo en lo que hacen, que es la gente de Bullet Sport Management, que lo están guiando muy bien y lo están llevando por un camino que lo han posicionado muy cerca de la Fórmula 1. Para todos los argentinos no hay palabras de agradecimiento para María Catarineu y Jamie Campbell-Walter, quienes son los artífices de esto.

-¿Alguna anécdota con él?

-La primera vez que fuimos a probar a Uruguay tenía 12 años y a Tato Salaverría le mentimos y le dijimos que tenía 14/15 porque no me lo dejaban subir y ni llegaba a la butaca y le pusimos camperas. Hemos hecho varias locuras con el padre que no las vamos a olvidar. Nosotros tratamos de que los chicos se suban a un auto de fórmula lo más pronto posible. Funcionó con Franco y con Nacho también, con quien fuimos a Brasil y España desde muy joven e hizo Fórmula 4 con 15 años. En Europa le da mucha más experiencia. Un año de Argentina son tres de Europa.

-¿Pensás que va a llegar a correr en F1?

-No tengo dudas.

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