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“Otra vez el Templo de Dios se colmó de fariseos” por Carlos Baeza

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“Mi casa será llamada Casa de Oración. Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones” (Mt. 21, 12)

Una vez más, la Iglesia Católica Apostólica Romana debió soportar una nueva afrenta de naturaleza política que no solo no se condice con su postura evangélica sino que inclusive se encuentra prohibida por la propia Doctrina Social de dicho culto. Nos referimos a las dos misas celebradas en la Iglesia de la Santa Cruz del barrio porteño de San Cristóbal así como en la del Inmaculado Corazón de María: en ambas se entonaron cánticos contra el actual gobierno bajo el estribillo “la Patria no se vende” e inclusive, en la última, se interpretó también la Marcha peronista con el agravante que quien la celebraba era el obispo auxiliar y vicario general de Buenos Aires, Monseñor Gustavo Carrara. Lamentablemente no se trata de casos aislados: todos recordamos cuando en el año 2018 y a solicitud de Hugo Moyano se realizó una misa en la Basílica de Luján presidida por monseñor Agustín Radrizzani quien formuló duras críticas al modelo económico del gobierno macrista, al FMI e incluso se llegó a decir que “sufrimos un Poder Judicial que cree que hacer Justicia es desechar la presunción de inocencia”. Quizá monseñor Radrizzani no recordó las enseñanzas de Jesús cuando refiriéndose a los fariseos decía: “Les gusta ocupar los primeros asientos en los banquetes y los principales puestos en las sinagogas; también les gusta que los saluden en las plazas y que la gente les diga: Maestro” (Mt. 23,6).

Es que la celebración contó con la presencia de numerosos sindicalistas, legisladores, funcionarios kirchneristas y representantes de movimientos sociales, que fueron ubicados en primera fila, muchos de los cuales fueron severos críticos de la designación de Bergoglio como Papa, viniendo a la memoria las palabras de Jesús en el mismo Evangelio cuando sentencia: “¡Hipócritas! Isaías profetizó exactamente de ustedes, cuando dijo: ‘Este pueblo me honra con la boca, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me rinden no sirve de nada y sus enseñanzas no son más que mandatos de hombres” (Mt. 15,7). Muchos de ellos fueron sometidos a denuncias o procesamientos en causas judiciales por presuntos hechos de corrupción durante el kirchnerismo, en tanto algunos otros no pudieron concurrir pero quizá puedan hacerlo más adelante apenas resuelvan algunos asuntos que los retienen (cualquier semejanza con “El sendero de Warren Sánchez” de Les Luthiers es pura coincidencia).

1° El Papa Francisco en un congreso de líderes religiosos de todo el mundo sentenció: “No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano. ¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!”. Es que la actividad política, que a primera vista, pareciera totalmente ajena a la misión de la Iglesia, es uno de los temas sobre los cuales la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) tiene fijada una clara posición, al señalar que toda actividad particular debe colocarse en esta sociedad ampliada y adquiere, por tanto, la dimensión del bien común por lo cual es conforme a la naturaleza humana que se constituyan estructuras político-jurídicas que ofrezcan a todos los ciudadanos la posibilidad de participar en ellas. Se agrega que la Iglesia no tiene competencia en el campo político ya que trata de ser fiel a su misión espiritual y respetar plenamente las responsabilidades propias de los gobernantes. El apoyo moral que puede ofrecer a los que tienen a su cargo la ciudad terrena se explica y justifica por la voluntad de servir al hombre. La política ofrece, entonces, un camino serio y difícil para cumplir el deber grave que el cristiano tiene de servir a los demás, debiendo esforzarse por hacerlo conforme a las pautas señaladas (“Quadragesimo Anno”) Pero al mismo tiempo se previene que si bien los pastores tienen libertad para evangelizar lo político desde un Evangelio sin partidismos ni ideologizaciones, deben despojarse de toda ideología político-partidista que pueda condicionar sus criterios y actitudes, ya que si militaran en política partidista, correrían el riesgo de absolutizarla y radicalizarla; pero en el orden económico y social y principalmente en el orden político, en donde se presentan diversas opciones concretas, al Sacerdote como tal no le incumbe directamente la solución, ni el liderazgo, ni tampoco la estructuración de soluciones” Concluyendo en que los religiosos, por su forma de seguir a Cristo, “deberán resistir igualmente, a la tentación de comprometerse en política partidista, para no provocar la confusión de los valores evangélicos con una ideología determinada” (n° 526 a 528).

Ya el Papa Juan Pablo II en un discurso a los dirigentes políticos (Bs. As., 6/4/87) sostenía en el mismo sentido que ”La Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes o bien sustituirlos oportunamente de manera pacífica” (Centesimus Anno,46); si bien aclarando que “La Iglesia respeta la legítima autonomía del orden democrático; pero no posee título alguno para expresar diferencias por una u otra solución institucional o constitucional” (47) En tanto, la Constitución “Gaudium et spees” (76) nos recuerda que “La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana. La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno”. Y el mismo documento destaca que “a la conciencia bien formada del laico corresponde lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena. De los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientación e impulso espiritual. Pero no piensen que sus pastores están siempre en condiciones de poderles dar inmediatamente solución concreta en todas las cuestiones, aun graves, que surjan. No es ésta su misión” (43).

2° Pero además el Código de Derecho Canónico, trae expresas prohibiciones en la materia; y así se establece que“Les está prohibido a los clérigos aceptar aquellos cargos públicos que llevan consigo una participación en el ejercicio de la potestad civil” (Canon 285.3) como igualmente que los mismos no han de participar “activamente en los partidos políticos ni en la dirección de asociaciones sindicales, a no ser que según el juicio de la autoridad eclesiástica competente, lo exijan la defensa de los derechos de la Iglesia o la promoción del bien común” (Canon 287.2) Por todo lo cual “los clérigos han de valerse igualmente de las exenciones que, para no ejercer cargos y oficios civiles públicos extraños al estado clerical, les conceden las leyes y convenciones o costumbres, a no ser que el Ordinario propio determine otra cosa en casos particulares” (Canon 289.2); en tanto para los religiosos existe una norma que señala que “Un religioso no debe aceptar sin licencia del Superior legítimo cargos u oficios fuera de su propio instituto” (Canon 671).

Igualmente el Decreto “Presbyterorum Ordinis” determina que el sacerdote o clérigo que intente una participación activa en la vida política debe recordar que ellos “son promovidos para servir a Cristo Maestro, Sacerdote y Rey” (n° 1) y que por ello su misión principal es ofrecer el sacrificio y perdonar los pecados y desempeñar públicamente, en nombre de Cristo, la función sacerdotal en favor de los hombres (n° 2); y por ello “consagra Dios a los presbíteros, por ministerio de los Obispos, para que participando de una forma especial del Sacerdocio de Cristo, en la celebración de las cosas sagradas, obren como Ministros de Cristo” (n° 5) Iguales preceptos son aplicables a los Obispos los cuales según el Decreto “Christus Dominus” son “puestos por el Espíritu Santo, ocupan el lugar de los Apóstoles como pastores de las almas” (n° 2); teniendo como misión principal enseñar; santificar y regir, extendiendo su solicitud “a todos los fieles confiados a su ministerio, e incluso a todas las personas no católicas” (n° 11).

Finalmente, cabe señalar que el Catecismo de la Iglesia Católica, en línea con lo que se viene analizando, enseña que “no es papel de los Pastores de la Iglesia intervenir directamente en la estructura política y la organización de la vida social. Esta tarea forma parte de la vocación de los fieles laicos, actuando por propia iniciativa con sus conciudadanos” (n° 2442).

Lamentablemente, algunos sectores de la Iglesia Católica -mi Iglesia- olvidan estas enseñanzas e incurren en manifestaciones político partidistas ajenas totalmente a su misión evangelizadora.
Así se vio a algunos celebrantes de las misas referidas sumarse a los cantos y batir sus palmas acompañando a quienes violentaban la sacralidad de la ceremonia. Pareciera que luego de 4 años de kirchnerismo donde sectores de la jerarquía guardaron prudente silencio, ahora descubren que en el país hay pobres y gente con necesidades alimentarias. Las pretendidas justificaciones y disculpas presentadas por quienes oficiaron esas misas no los relevan de su responsabilidad por no haberse impuesto, como dueños de casa y micrófono en mano, para formular una inmediata y severa arenga para hacer cesar los agravios en la Casa de Dios. Quizá olvidaron el Evangelio de Mateo: “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas” (21, 12) Lo paradójico de estos desgraciados episodios y reveladores de una inexplicable amnesia histórica, es que coinciden con otros hechos aún más graves también ocurridos en un mes de junio pero del año 1955, cuando se incendiaron iglesias en todo el país por parte del mismo sector que hoy en pleno templo siguen cantando loas a aquél gobierno, bajo la mirada complaciente de algún sector de la jerarquía católica. De la misma forma, muchos políticos y funcionarios que se pronunciaron abiertamente contra la asunción del Papa Francisco, fueron mutando su posición y comenzaron el peregrinaje al Vaticano, compitiendo para ver quién era más papista que el Papa, trayendo como preciados trofeos fotos junto al Sumo Pontífice, pero que al retornar a sus tareas gubernamentales no dejaron de lado sus prácticas corruptas y autoritarias, con olvido del bien común.

Nos enseña la Biblia que Pablo, perseguidor de los cristianos, tuvo su encuentro con Dios en el camino a Damasco; y luego de perder la visión y recuperarla creyó y se convirtió (He 9, 1-19) Es de esperar que muchos de los Pablo que hasta hoy peregrinan en el camino al Vaticano también se conviertan, aunque dudo quién será el Ananías que les abra los ojos.

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