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Hace 30 años, Menem clausuraba los trenes en el interior del país: “Cuando enmudecieron las campanas”

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El historiador y recopilador ferroviario, Ariel Scolari publicó en su cuenta de facebook un escrito con ese título, para recordar el grave significado económico y social que representó la decisión del entonces Presidente de la Nación, Carlos Menem de cerrar los ramales del interior.

“Cuando enmudecieron las campanas”

Un 10 de marzo de 1993 un otrora Presidente de los argentinos decretó la cancelación de todos los trenes generales hacia y desde el interior del país. Solo se mantendrían los trenes de la zona local –el único lugar imprescindible para el transporte de pasajeros-.

Desde esa fecha y hasta ahora, nuestros ferrocarriles no han hecho otra cosa que no sea caer y caer a cada año. Con su cierre se decretó un tremendo mazazo para el interior y su población. La incomunicación de los pueblos sería cada vez mayor. Miles de Ferroviarios fueron cesanteados de un día para otro. Miles de personas que “solo sabían ser Ferroviarios” fueron expulsados y condenados a vivir en un mercado laboral para el cual no estaban capacitados.

Problemas económicos a niveles familiares. Problemas sociales. Angustias y depresiones que ningún sociólogo se animó a reflejar en estadísticas porque su resultado asombraría hasta al más optimista.

Desde ese 10 de marzo muchas estaciones pasaron a ser taperas. Los yuyos crecieron en sus andenes. El clima y el hombre fueron implacables con las ellas… De muchas de ellas ya nada queda…

Un 10 de marzo de 1993 algunos badajos golpearon por última vez el bronce de sus campanas. Campanas que habían marcado el progreso y la llegada de los trenes a los confines más profundos del país. Los sonidos tristes de ese día quedaron grabados en los oídos de muchos que vieron partir esos últimos trenes y que ya no regresaron jamás.

Un día, por orden de un ser nefasto, las campanas enmudecieron para siempre.

A la memoria de los trabajadores Ferroviarios que fueron expulsados de un trabajo que en muchos casos era una vocación. A estos trabajadores que no tuvieron más alternativa que reinventarse –los que pudieron-. A las familias de los Ferroviarios que tuvieron que acompañar y sufrir las pérdidas de empleos. A todos esos pequeños pueblos que aislados fueron condenados a una lenta agonía hasta su desaparición de los mapas.

10 de marzo de 1993, una fecha para no olvidar. Ese día enmudecieron las campanas.

Ariel Scolari

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