mar. 23 de abril de 2024
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“Una clase magistral” por Carlos Baeza

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“Cosas veredes,Sancho, que non crederes””

La cita precedente que habitualmente remite a un presunto diálogo entre Don Quijote y su fiel Sancho Panza en realidad no aparece en parte alguna de la famosa obra de Cervantes, sino que se atribuye al “Cantar del mio Cid” cuando Rodrigo Díaz de Vivar hablando con Alfonso VI le dice: “Muchos males han venido por los reyes que se ausentan” respondiendo el monarca: “Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras”. Pero más allá de quién fue el autor de la frase o de su mutación de “tenedes” en “veredes”, lo cierto es que la expresión alude a la sorpresa que nos causan ciertos hechos de la actualidad, tal como ocurriera con la última aparición pública de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner.

Como es público y notorio, la mencionada asistió a la Universidad Nacional del Chaco Austral ámbito en el cual se le confirió un doctorado honoris causa, distinción honorífica que por regla general las universidades otorgan a las personalidades que sobresalen en sus estudios o trabajos de investigación en distintas disciplinas, desconociéndose por cuál de todas ellas fue premiada la vicepresidente. Como es habitual en el medio académico, quienes así resultan honrados deben brindar una clase magistral que en este caso fue sobre “Estado, Poder y Sociedad; la insatisfacción democrática” y acompañada, entre otros, por el gobernador Capitanich y el rector de esa Universidad, Germán Oestmann, actualmente procesado por la presunta comisión de los delitos de lavado de dinero, amenazas, coacción, abuso de autoridad y violación a los deberes de funcionario público. Sin embargo, la extensa conferencia brindada por CFK lejos estuvo de revestir un nivel académico o poder ser considerada como “magistral”, tratándose simplemente de un verdadero alegato político-partidario plagado de autoelogios a sus gestiones gubernamentales pero fundamentalmente lleno de falacias institucionales así como de explícitos reconocimientos en torno a la gestación del actual periodo del oficialismo.

1° La primera intervención digna de mención es cuando sostuvo que “Es obvio que la vicepresidenta integra el Poder Ejecutivo, preside el Senado, pero es parte del Ejecutivo”. Llama la atención que una prestigiosa abogada y dos veces presidente, pueda afirmar semejante brutalidad institucional que merecería la inmediata reprobación de un alumno de abogacía que así lo expusiera en una mesa examinadora. La Constitución Nacional en el art. 87 establece que “El Poder Ejecutivo de la Nación será desempeñado por un ciudadano con el título de ‘Presidente de la Nación Argentina’”; en tanto el art. 57 determina que “El vicepresidente de la Nación será presidente del Senado; pero no tendrá voto sino en el caso que haya empate en la votación”. De tal forma el Poder Ejecutivo es unipersonal y solo lo ejerce el presidente, advirtiéndose que el vicepresidente tiene asignadas dos funciones de distinta naturaleza: en primer término, su desempeño en forma principal y permanente como presidente natural del Senado, y por otra parte le compete igualmente una atribución de carácter transitorio y ocasional en cuanto su calidad de primer reemplazante del Ejecutivo en casos de acefalía. Por ello, el vicepresidente no forma parte del Poder Ejecutivo -como lo afirmara la exitosa abogada- sino del Legislativo dado que la Constitución le encomienda la tarea poco más que mecánica de presidir el Senado, o como dijera Sarmiento, solo para “tocar la campanilla” en ese cuerpo, ya que si debe secundar a un presidente poco afecto a los viajes y con excelente salud, jamás se sentará en el sillón de Rivadavia para justificar su secundaria labor de reemplazo en supuestos de acefalia. Quizá CFK debiera recordar la frase pronunciada por el vicepresidente de los EE.UU John Adams cuando al asumir dijo: “Mi país, en su sabiduría, ha ideado para mí el cargo más insignificante que alguna vez ideara la inventiva del hombre o concibiera su imaginación”

2° En la misma sintonía de desconocimiento del texto constitucional -hecho admisible en el caso de “Doña Rosa” pero no en el de la exitosa abogada y 2 veces presidente- sostuvo respecto a los derechos de exportación que: “El artículo 4º de la Constitución, el que nadie modificó, ni va a modificarse porque es la parte pétrea de la Constitución” revelando así una vez más su supina ignorancia. El art. 4° que se refiere a los recursos que conforman el tesoro nacional, al ser sancionado en 1853 contemplaba entre ellos a los derechos de exportación, pero ya en la reforma constitucional de 1860, la cláusula fue modificada aclarando que tales recursos regirían hasta 1866 y que desde entonces cesarían como impuestos nacionales. Sin embargo, al llegar ese año y en virtud con la guerra con el Paraguay fue preciso convocar a una Convención Constituyente al solo efecto de enmendar una vez más el artículo, eliminando la cita agregada en 1860 por lo cual la cláusula quedó con su originaria redacción. Como se advierte y a pesar de lo afirmado por la vicepresidente, el artículo 4° fue reformado no una sino dos veces, cosa imposible si se tratara como dijera de una “cláusula pétrea”, es decir, inmodificable.

3° Su permanente embestida contra la Corte Suprema de Justicia no podía estar ausente en la “clase magistral”. Así fue que sostuvo que ese órgano, “que decide sobre la vida, el patrimonio y la libertad de los 45 millones de habitantes, la integran solo 4 personas”, olvidando su postura en la materia. Ante todo, el Alto Tribunal cuya original integración en 1853 era de 9 miembros que -si bien electos- nunca llegaron a asumir, sufrió una trascendente enmienda a raíz de la reforma constitucional de 1860 que suprimió del texto la cantidad de integrantes dejando ello en manos del Congreso el cual en 1862 dispuso que fueran 5 los jueces del cuerpo; integración que se mantuvo por casi 100 años -excepto durante el gobierno de Arturo Frondizi cuando se elevó a 7- hasta que durante la gestión de Carlos Menem la Corte se conformó con 9 jueces. Y fue precisamente Cristina Fernández de Kirchner quien en 2006 presentó el proyecto de reducción de ese cuerpo a 5 integrantes mediante la ley 26.183 dado que -¡el eterno “relato”- según surge del Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores (22/11/2006) “…En términos estrictamente históricos, restituir a cinco el número de los miembros de la Corte, implicará retomar una larga tradición, en una verdadera búsqueda de la revalorización institucional…Es claro que esta reafirmación del número original de los miembros tiene la finalidad explícita e implícita de resguardar y no de socavar la independencia de la Corte”. Es así que a iniciativa de la hoy vicepresidente, la Corte consta de 5 miembros; y si en la actualidad está conformada solo por 4, se debe única y exclusivamente a que este gobierno -el presidente y el Senado- aún no han tenido tiempo de cubrir la vacante dejada por la renuncia de la Dra. Highton de Nolasco. Cristina: una vez más, es “tugo”.

4° También abordó otros temas institucionales como cuando sostuvo que desde la ley Sáenz Peña el sufragio es “directo, secreto y obligatorio” olvidando que “directo” no es lo mismo que “universal”. Bad information: la elección del presidente y de los senadores nacionales desde 1853 y hasta la reforma de 1994 -salvo las enmiendas de 1949 y 1972 hoy sin vigencia- nunca fue “directa” sino “indirecta” a través de electores o de las legislaturas provinciales, respectivamente. En tanto que el carácter “universal” que fue el instaurado por la ley Sáenz Peña alude a la posibilidad que tienen de votar todos los habitantes sin distingos ni excepciones. Y al hablar de nuestra Ley Fundamental -esa “hoja de papel” según Lasalle y que el kirchnerismo no respeta- expresó: “Si me dicen elegir… y me quedo con la constitución del 53, no lo dudo, la de Alberdi”. No obstante al aludir a nuestro sistema de gobierno sostuvo que el mismo “se ideó con la Revolución Francesa…cuando no existía el auto, cuando no existía la penicilina” y que “más tarde” se extendió en América. Una vez más, la vicepresidente revela su ignorancia supina en la génesis de nuestra Ley Fundamental. Además de Alberdi, de las constituciones de Cádiz de 1812 y de la chilena de 1833, nuestros Padres Fundadores tuvieron como modelo la Constitución de los EE.UU de 1787, especialmente, en cuando a la estructura de la forma de gobierno con un Poder Ejecutivo presidencialista y un Congreso con 2 cámaras representando al pueblo y a los estados locales y que fuera seguido por todo el continente americano; en tanto que el texto francés es de 1791 y el modelo europeo consta de un jefe de Estado en manos de un rey o de un presidente pero con un jefe de Gobierno en cabeza de un primer ministro electo por un Parlamento con integración aristocrática. De todas formas, en los EE.UU y en los países que siguieron su modelo gubernamental, el mismo continúa en la actualidad aunque el primer automóvil fuera creado por Karl Friederich Benz en 1886 y la penicilina recién se descubriera gracias a Alexander Fleming en 1928. “Cosas veredes…”

5° No menos “magistral” fue su alusión al proyecto de boleta única de papel, a la que inicialmente confundió con la “boleta electrónica”, agregando que solo se trata de “un pedazo de papel con una cantidad tremenda de partidos donde sólo se conoce el primer candidato. Mirá vos qué lindo. Una boleta donde vos votás una lista de diputados cual si fuera una ristra de chorizos o de ajos pero no sabés si hay chorizos, ajos”, referencias gastronómicas que habitualmente suelen ser utilizadas por todos aquellos que reciben un doctorado honoris causa en sus conferencias magistrales. Como se advierte, la vicepresidente aludía a la vernácula “boleta sábana” utilizada hasta el presente y que consiste en una nómina de candidatos de los que el elector solo puede conocer -con suerte- a los de su sección pero no al resto, como acontece por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires en cada renovación legislativa ya que se eligen 35 nombres de los cuales en nuestra ciudad apenas pueden ubicarse 2 o 3 de ellos. Es lo que Sartori denomina “los caballos de Calígula” en alusión al emperador que para demostrar su poder nominó como senador a su caballo “Incitatus”; y de allí que en ingeniería electoral se utiliza la expresión “los caballos de Calígula” para significar que cualquiera -incluso un caballo- puede lograr que se lo elija, si el sistema electoral es de listas, siendo más dificultoso que “los caballos de Calígula” sean elegidos cuando se vota por una sola persona como en los regímenes uninominales por circunscripciones. Y si bien la boleta única no elimina la “sábana” al menos es un paso inicial de mayor transparencia electoral al imposibilitar prácticas como el “voto cadena”; el robo de boletas; los “punteros” y la necesidad de contar con un sistema de fiscales, amén del menor costo por elección. De allí que llame la atención la negativa a sancionar este sistema por parte de la izquierda vernácula, precisamente quienes por su limitada estructura y logística serían los principales beneficiarios del mismo.

6° Finalmente, la “clase magistral” no podía concluir sin una expresa mención a su “debate” (no “pelea”) con el presidente Alberto Fernández, a quien el kirchnerismo viene “esmerilando” con reiteración y sin piedad. Ante todo y para que no exista duda alguna en torno a cómo funciona la “dedocracia” interna dentro del oficialismo, la vicepresidente admitió que en los últimos comicios presidenciales, ella se autoerigió como vicepresidente y en el mismo acto postuló a Alberto Fernández como presidente, todo ello sin intervención alguna de órganos partidarios ni mecanismos electorales internos, sino por su única, exclusiva e inconsulta decisión. Y como consecuencia de tan particular y democrática forma de elección era necesario demostrar una vez más que a quien había nominado para presidente carecía de todo poder, como ya se encargara de explicitarlo en otra ocasión al sostener “que te pongan una banda y que te den el bastón no significa que tengas el poder”. Pero ahora fue más allá y para que quedara claro formuló algunas comparaciones respecto a su elección al decir que si hubiera preferido a Massa “que venía de un partido político, de haber sido candidato a Presidente, que tiene una fuerza con legisladores, con gobernadores, o a Daer de la CGT o a Emilio Pérsico de los movimientos sociales”, ello podía haber significado una disputa de poder; pero en cambio “elegí a una persona que hoy es Presidente que no representaba a ninguna fuerza política” o sea a un don nadie sin poder alguno. Y no conforme con esta pública descalificación de su compañero de fórmula llegó al absurdo de pretender usurpar una función que la Constitución Nacional reserva solo al presidente cual es la de designar a sus ministros (art. 99 inc. 7°) al afirmar haber tenido “una acción generosa” para que el presidente “pudiera decidir libremente quien era su gabinete económico, todos los hombres y mujeres de ese gabinete económico”, a los que ahora parece querer desplazar de una buena vez.

Este análisis es solo una parte de lo que pretendió ser una “clase magistral” en un acto académico de una universidad argentina que le otorgaba un doctorado honoris causa y que no pasó de ser un episodio más del enfrentamiento interno dentro del oficialismo que cada día suma más contradicciones a la hora de gestionar un inexistente plan de gobierno. Afortunadamente, a “Coqui” Capitanich, en su momento auto candidateado para presidente y que finalmente optó por volver a su pago como gobernador, no se le ocurrió romper en público algún pasquín hegemónico.

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